15/12/2011

Lo que importa no es el libro, sino la lectura


Sábado 10 de diciembre de 2011 | Publicado en edición impresa

Por Ariel Torres | LA NACIÓN

Cory Doctorow no podría tener más razón cuando, en el prólogo a su multipremiada novela Someone Comes to Town, Someone Leaves Town, dice que hay que ser muy poco imaginativo para conjeturar que en el futuro habrá dispositivos de lectura que simularán la experiencia del libro de papel. Unas líneas más abajo admite, con la humildad de los que saben en serio, que "el negocio y la práctica social de los e-books será mucho, pero mucho más extraña que eso (...). De hecho, creo que probablemente será demasiado extraña para que podamos imaginarla hoy".
Cory no es uno de esos gurús que con solemne religiosidad venden humo de colores. Medio millón de copias de su primera novela se distribuyeron sin cargo en forma electrónica. Medio millón. Cualquiera anticiparía que eso afectó las ventas de su libro. Pero ocurrió exactamente lo contrario. Someone Leaves Town va por la quinta reimpresión.
Ouch.
Pero no voy a hablar de cómo diseñar modelos de negocio correctos en un mundo donde todo lo que llamamos información se ha convertido en cadenas de unos y ceros. No aquí, al menos.
Hay algo más, más profundo, quizás más complejo y más perturbador, y que debería preocuparnos más que el aspecto y la forma de comercialización de los libros del futuro. Me refiero a la lectura.
Difícil, aburrido, agotador
En varias ocasiones durante los meses últimos, quizá por el debate que coordiné en agosto para LA NACIÓN en el Malba sobre e-books, me he encontrado conversando con gente de la tecnología y de la cultura sobre el futuro del libro. Y uno de los interrogantes sobre los que insistí es: ¿Pero qué nos importa en realidad, el libro o la lectura?
Sí, ya sé. Parece una obviedad. Nos importa la lectura. Que los chicos lean y todo eso. Pero una de las cosas geniales de las obviedades es que podemos tenerlas delante de las narices durante siglos sin percatarnos de que esconden alguna clase de secreto. Por ejemplo, el Sol no sale sobre el horizonte. Es la Tierra la que se está moviendo. Ya sabe lo que este simple hallazgo causó en su momento.
La lectura, me temo, oculta una clave parecida. Queremos que los chicos lean libros, ¿no? Bueno, hasta donde recuerdo, y quizás alguien tenga una experiencia diferente, aprender a leer no es ni remotamente fácil. Respirar es fácil. Correr es fácil y divertido. Reírse es fácil, divertido y contagioso. Que te cuenten una historia es de lo más lindo que hay. Recuerdo que solían contarme cuentos antes de dormir. Esto hizo que con el tiempo empezara a imaginar mis propias historias, mientras intentaba conciliar el sueño. Así que incluso escribir es más fácil que leer. (Dicho sea de paso, los que escribimos profesionalmente pasamos mucho más tiempo trabajando en la cabeza que en el teclado; tipear es la parte sencilla del asunto.)
Así que vamos a aclarar algo de una vez. Leer es difícil y aburrido para un chico. Difícil, aburrido y agotador.
Sí, sí, es muy bueno que lean libros, pero no alcanza con predicarlo, e intentar incentivar la lectura conduce a una paradoja.
Deme solo unos minutos más.
Tarzán y el Capitán Nemo
Recuerdo que cuando la primaria ya me había aclarado qué significaban esos signos sobre el papel, mi padre decidió que era hora de que abandonara las historietas y leyera libros. Mejor intencionado que asesor literario, me abrumó primero con Tarzán de los Monos y luego con 20.000 Leguas de Viaje Submarino. Recuerdo también mi primera impresión luego de intentar con esos volúmenes: Nunca jamás voy a poder leer libros. Nunca.
Esas dos obras tenían un número de problemas para un chico, como constaté muchos años después. Primero, el número de páginas era descomunal. La letra era pequeña. Y aquella traducción de Verne podría haber arrasado con mi neocórtex, si hubiera persistido en soportarla a tan corta edad.
Por suerte, tiendo a desobedecer. Y soy un hombre afortunado. Fue así como encontré, tras la segunda mudanza que experimenté de pequeño, una caja repleta de unos libros que, calculo que por higiene cultural, habían sido erradicados de la biblioteca, que en la nueva casa pasó a ocupar su propio cuarto.
La caja, exiliada al altillo, contenía una docena de libros de ciencia ficción de la más baja estofa, con coloridas tapas que mostraban monstruos horribles y astronautas de escafandra reluciente, nave espacial inverosímil y novia rubia.
No pasaban nunca de las 120 páginas, en el más desproporcionado de los casos, y la letra era bien grande. Las historias, bueno, qué le puedo decir. Todos los clichés y un poco más.
Es decir, me encantaron.
Les debo mucho, además. Si no hubiera sido por ellos, nunca habría llegado a Flaubert, Dostoievski, Cortázar, Böll, Yourcenar, Rulfo, Salinger o Mishima. Les debo, de hecho, mi profesión, porque leer me llevó un día a preguntarle a mi madre exactamente cómo se hacían los libros. Aprendí entonces que alguien los escribía, y me puse a hacerlo. A los 10 años ya había llenado una pila de cuadernos Rivadavia de cien hojas y tapa dura con la Bic azul gruesa que a mí me gustaba.
En el nombre de la Rosa
Por supuesto, conservo esa colección de libritos descastados. Me permiten recordar algo elemental. Leer no está en nuestros genes. Oír y entender el lenguaje, sí. Leer, no.
Leer requiere un esfuerzo visual (leemos con la parte del ojo que ve detalles) y entrenar al cerebro para que use un área que se dedica a reconocer formas para extraerles significados que nada tienen que ver sus formas. Aprender a leer libros da trabajo, y a ningún chico en este planeta (y a mí menos que a ninguno) le gusta hacer esfuerzos. Todavía hoy tengo presente el día en que leí mis primeras 20 páginas. ¡Lo había logrado! ¡Veinte páginas! No lo podía creer.
Esa colección de poca monta, puesta a un lado para no infectar la mente del futuro lector con tonterías por debajo de Burroughs o Verne, me ha enseñado que la única forma de que alguien haga un esfuerzo es motivándolo.
El placer suele ser un gran motivador, anote.
Alambre de púa
Cuando terminé de leer esa sarta de lugares comunes y de blondas chicas salvadas de monstruos espantosos por héroes con armas de rayos láser me empezó a ocurrir algo muy raro.
Echaba de menos leer.
Como ahora sabía lo que era la ciencia ficción, rebusqué en la biblioteca por más libros de esa clase. Reincidí con las 20.000 Leguas -¡ay, los mandatos!-, pero el efecto fue igual de nocivo; ya dije por qué. Sin embargo, encontré otros libros más prometedores. Las tapas eran coloridas, aunque sin ilustraciones altisonantes, y la letra no requería una lupa. Los veteranos recordarán las colecciones Nebulae y Minotauro. Sus volúmenes eran más grandes que los libritos de la caja, y en general tenían más páginas, pero esto, ahora, ya no me inquietaba. Por el contrario.
Llegaron así a mi vida Asimov, Clarke, Bradbury, Sturgeon, Heinlein, van Vogt, Wyndham, Lovecraft (y buen susto me pegué) y Matheson (lo mismo).
Para entonces, estaba atrapado. Habiendo superado el entrenamiento inicial, cuando la lectura se ha vuelto una segunda naturaleza, nadie dejará esta práctica ni por todo el oro del mundo. Esa es la razón por la que los que somos lectores de libros de papel también leemos mucho en e-books. Porque lo que importa no es el libro, sino el milagro de la lectura.
Oh, sí, bueno, espere, claro que me gustan los libros de papel. Los amo. Ya lo he dicho. Y ya me han criticado por decirlo. Es más: perdemos ciertos derechos fundamentales al pasar del libro al e-book.
Seamos honestos, no obstante. Si durante los últimos 500 años la literatura hubiera venido impresa en rollos de alambre de púa, amaríamos el alambre de púa. Este amor es temporal. El otro, el de la lectura, es el que me preocupa.
Porque, ¿qué es leer?
Gracias, Harry
Sabemos qué no es leer. No es aburrido. No es difícil. No es ningún esfuerzo. No es agotador. Todo lo contrario. ¿Cuántas veces nos quedamos hasta cualquier hora para terminar esa novela de 570 páginas? ¿No le ocurre con un buen libro que no quiere que se termine, y eso que es de tamaño asteroide?
Ningún lector dejará un buen libro sobre la mesa ratona para decir: "Me siento cansado de leer, mejor pongo la tele". Quizá diga: "Me siento cansado para leer, mejor pongo la tele". Son cosas bien diferentes. Uno puede estar cansado para hacer algunas de las cosas que más le gustan en la vida.
¿Cómo es posible que algo que nos dio tanto trabajo aprender se convierta en uno de los mayores placeres de la vida y, a la vez, uno que, se dice, constituye una ventaja competitiva fundamental?
Este es uno de los grandes escollos del asunto. Estamos mezclando dos cosas y tratamos de resolver una paradoja. Cuando nos empecinamos en que los chicos lean libros argumentamos que leer es algo bueno y conveniente. Sí, está bien, pero eso no interesa para nada. Uno se enamora de la lectura, y el amor no se puede forzar. De hecho, el amor muchas veces no es conveniente.
Si aquella caja no hubiera estado escondida en el altillo, desterrada, hasta cierto punto prohibida, tal vez no le habría prestado atención.
El silencio de las bibliotecas
Me dicen a menudo que sólo Harry Potter ha logrado que una hija o un sobrino empiecen a leer. Bueno, lógico. ¿O pretendían lograrlo con Góngora?
Harry Potter es pura aventura, ocurre en la escuela, hay malos y buenos, sin medias tintas ni sutilezas psicológicas, y además está razonablemente bien escrito. ¿Es gran literatura? No. Pero es un portal que le ha permitido a millones de chicos atravesar el extenuante entrenamiento que los convierte en lectores. Parece diseñado para eso.
Leer un libro (no un título o medio párrafo) es un proceso muchísimo más extremo de lo que parece. Se puede trabajar todo el día oyendo (no escuchando) música, con la tele prendida, y hasta hablando por teléfono (si lo sabré). Pero cuando leemos no podemos hacer ninguna otra cosa. ¿Por qué cree que son tan silenciosas las bibliotecas?
Leer, lejos de lo que parece, no es un proceso pasivo. La literatura es iniciada por un escritor, pero realizada por el lector. El libro que usted lee no es el mismo que lee su vecino, aunque sea el mismo texto. Cualquier lector sabe que releer es reescribir ese libro en la conciencia.
Esta idea dislocada de que leer se parece a ver la tele o a poner música bajita de fondo es lo que lleva a tantos tropiezos a la hora de enseñar el placer de la lectura.
Leer no sólo es construir de nuevo lo que el autor, exquisita pero vanidosamente, ha plasmado; es hacerlo de un modo único. Mire a alguien leer. Notará que está casi perfectamente quieto, apenas muestra algunas expresiones faciales cada tanto y mueve los ojos de lado a lado. En ningún otro momento nos comportamos así, excepto cuando soñamos.
También sabemos que sólo hay dos instancias en las que un chico se queda quieto tanto tiempo. O está enfermo o está leyendo.
Miremos más profundamente el fenómeno de la lectura. La persona está pasando la vista por una delgada hilera de dibujitos negros sobre el papel blanco. Si hay algo desalentador de la lectura, para un chico, es la falta de ilustraciones. ¿No lo recuerda, acaso?
Leer es transformar esa maciza y en apariencia monótona masa de marcas en imágenes sublimes y emociones intensas. El milagro es doble, por lo tanto, porque el aspecto exterior del texto debe ser así de hosco para no interferir en este portento que estamos viviendo. Es decir: el texto es invisible para el lector. Este es el secreto que nos olvidamos de decirles a los chicos. Quizás, entusiasmados con la idea de ver cómo las áridas páginas se esfuman, concederían en dedicarle tiempo. No los defraudaríamos, pero sería una verdad a medias.
Las páginas no se esfuman, transmutan.
Ajá, ¿pero para qué sirve leer?
Creo que, además, tampoco tenemos muy claro por qué queremos que los chicos lean libros, que se conviertan en buenos lectores. ¿Por qué eso y no leer epígrafes o tweets? ¡Estamos en el mundo digital, éste es un suplemento de tecnología, qué es todo este jaleo con la lectura de libros! ¡YouTube rules!
Sí, pero en el fondo de nuestra conciencia sabemos que leer es independizarse. ¿Qué es leer? Leer es convertirse en una persona libre. ¿Por qué? Bueno, simple. Porque no existe ninguna otra destreza más importante en toda la formación de una persona, con la sola excepción -quizá- de la matemática. Eso sí, cualquiera puede aprender matemática leyendo libros. No al revés.
Sabemos que si nuestros hijos quieren tener un porvenir, si no feliz, al menos próspero, tienen que poder pasarse días enteros leyendo, no sólo sin cansarse, sino, por el contrario, disfrutándolo. Se llama estudiar.
No espere, sin embargo, que me ponga a hablar mal aquí de los videojuegos, las computadoras o Twitter, como parecería a estas alturas inevitable. No tiene nada que ver con esto. En el futuro, como me dijo alguna vez Antonio Ambrosini, quizá los textos puedan transferirse directamente a nuestros cerebros. Pero falta tanto para eso que ni siquiera podemos imaginar cómo será la sociedad cuando tal tecnología esté disponible. De momento, existe una única forma de transmitir conceptos complejos y profundos: la lectura. Hoy más que nunca.
¿Por qué nos empecinamos tanto en que los chicos lean libros?
Porque leer es poder.

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10/12/2011

La reedición por el 20 aniversario de “Achtung Baby”

 Escenarios - 06/12/11

Un dolor punzante en el estómago

La reedición por el 20 aniversario de “Achtung Baby”, Punto de inflexión en la carrera de la banda U2, confirma Al álbum como la alegoría de una ciudad y, al mismo tiempo, una reflexión desgarrada sobre enamoramiento.

POR Luis Diego Fernandez

"Estoy preparado para el gas hilarante, estoy listo para lo que venga”, dice Bono Vox al inicio de Achtung Baby. El líder de U2: paladín de cuero negro, guasón travestido con enormes lentes negros –The Fly–: primera y última gran rockstar posmoderna. A veinte años de su lanzamiento y ante una reedición en formato doble: ¿qué fue Achtung Baby de U2, además de su mejor y más perdurable obra? ¿Cómo leerlo? Quizá la última ópera pop que canta un amor ultrarromántico con altas dosis de perversión y locura. Otro intento: reflexión geopolítica en el Berlín pos caída del Muro: nostalgia tecno y relectura del rock industrial, escapando de un exceso de salmos y blues de redención luego de The Joshua three (1986) y la gira mundial Rattle & hum .

Un logro lascivo de Achtung Baby fue el transformar la carrera de diez años – Boy, 1980– de una banda signada por el rock épico y las baladas potentes y melancólicas, en clave irish catholic, en un artificio absolutamente perfecto. Pero lo nuevo, sabemos, debe volver al pasado de modo alegórico para reconformarse: todo misticismo sólo puede salir de sí transvalorando su religio en una ascesis estética total: dandismo, así siempre lo fue en el siglo XIX. Bono salta del papado pop a un dandi cínico y paródico que camina por Potsdamer Platz fumando habanos –panetelas pequeñas– y cantando a su musa perdida: del purpurado vaticano a un flaneur sardónico.


Bono compuso 12 canciones perfectas –incluyendo “One”, himno de la banda– enlazadas como lamento hacia la mujer que ya no está. Sinfonía de amor que no evade la perversión tan bien retratada por las fotografías de Anton Corbijn en el booklet y el arte de tapa –los U2 desnudos y travestidos, expresionismo barroco y estética de cabaret berlinés, cultura de Weimar y burlesque. Bono es mártir y vedette : su ultrarromanticismo también se profana en los pasajes benjaminianos de la centroeuropa en ruinas. En su momento, Brian Eno, músico y productor del disco, definió la obra con ciertos adjetivos gráficos: “bizarro, oscuro, sexy , industrial, dulce, decadente, caótico y optimista”. Eno y Daniel Lanois –el otro del tándem productor– hicieron catar a los irlandeses sabores poco conocidos para su paladar.
Achtung Baby dialoga con el cine de Wim Wenders –los U2 son musicalizadores habitués de sus road movies globales– y con la literatura meditativa de Peter Handke.
Achtung Baby responde, sin saberlo, a la fisiología estética vital de Nietzsche y la lectura del “Angelus novus” de Paul Klee por parte de Walter Benjamin.


Achtung Baby es la continuidad lógica de Berlin (1973) de Lou Reed y de la trilogía alemana de David Bowie – Heroes, Low y Lodger, 1977 a 1979 – también producida por Brian Eno. ¿Y hoy? En gran medida, Born this way (2011) de Lady Gaga “reproduce” y se apropia del sonido dance e industrial alemán con pizcas de rock de carreteras, sólo que la pregunta ya no es: ¿qué es el amor?, sino: ¿qué es la sexualidad? –más o menos lo mismo. De Achtung pasamos a Scheisse: los términos alemanes melancolizan: atención, nena, la mierda. Es decir, todo es corruptible.
Acthung Baby también operó como una suerte de enciclopedia irónica de la historia del rock: desde Elvis y los Beatles a los Sex Pistols, desde Hendrix a Michael Jackson y Prince: algo de esto podemos ver en videoclips como “Even better than the real thing”, (obra maestra del género) pero sobre todo en ese show dantesco y mediático como fue la gira Zoo TV Tour : Bono haciendo zapping en vivo y llamando por teléfono a stars.
Compendio de la plasticidad y gestualidad: Bono, en su cúspide de lucidez, supo jugar un gran póker como místico reconvertido en petimetre satánico –recordar a McPhisto, su otro avatar de Zooropa – de cuño baudelaireano y protagonista de la canción alusiva de Batman forever (1995), el murciélago decadente de Joel Schumacher. Lo certero provoca: las líricas oscuras, densas, introspectivas, heridas, se exhibían, paradójicamente, de modo impúdico frente a lo catódico y el rock de estadios. 


Achtung Baby fue el disco más exitoso de U2: el séptimo de la banda, vendió 18 millones de placas en todo el mundo, ganó un Grammy, y se lanzó el 19 de noviembre de 1991. Música agridulce que sólo pudo salir de un zeitgeist: el Berlín reunificado finisecular. U2 leyó de modo impecable dónde posicionarse en las vísperas de la “autenticidad” grunge: el artificio de la individualidad heroica del dandismo era el territorio inmejorable.
Berlín, la ciudad. El lazo a la mujer y femme fatale amada con igual obsesión que odio, la alegoría perfecta. “Sos un accidente a punto de suceder”, dice Bono, luego, “pudimos dormir sobre piedras, ahora nos mentimos entre suspiros y jadeos”. El ultrarromanticismo exacerbado tiene su reverso en la carne más pura: el semen derrochado. La epifanía se daba de modo circular, como un eterno retorno nietzscheano : Bono dijo que todas las letras del disco estaban escritas desde “la sangre y las tripas”. ¿Acaso existe otra forma de padecer el enamoramiento que no sea con un punzante dolor de intestinos?


01/12/2011

Los fanáticos de los ebooks prefieren libros impresos para sus hijos

Martes 22 de noviembre de 2011 | 16:35

A pesar del auge de los dispositivos electrónicos como el Kindle de Amazon, algunos padres optan por compartir la lectura de las tradicionales ediciones en papel con los más chicos
 
    
Los libros impresos quizás estén siendo asediados desde el nacimiento de los libros electrónicos (ebooks, en idioma inglés), pero cuentan con tenaces aficionados en un grupo en particular: los niños y quienes comienzan a caminar. Sus padres insisten en que esta próxima generación de lectores pase sus primeros años de vida usando las ediciones impresas.
Esto es así incluso con aquellos padres que son acérrimos aficionados a descargar libros en dispositivos como el Kindle , la iPad, en notebooks e incluso en teléfonos móviles. Ellos abiertamente reconocen su doble estándar digital, y lo hacen diciendo que desean que sus hijos estén rodeados de libros impresos para que experimenten la sensación de pasar las páginas, físicamente, a medida que aprenden sobre formas, colores y animales.
Asimismo, los padres afirman que les agrada acurrucarse con su hijo y un libro, y temen que un aparato brilloso pueda llevarse toda la atención. Además, si el pequeño regurgita, probablemente sea más fácil limpiar un libro que una tableta.
"Es algo íntimo; es la intimidad de leer y tocar el mundo. Se trata del asombro que veo en ella cuando toca una página conmigo", dijo Leslie Van Every, de 41 años, una leal usuaria de Kindle, en San Francisco, cuyo esposo, Eric, lee en su iPhone. Pero para su hija de dos años y medio, Georgia, los libros impresos, apilados y también esparcidos por toda la casa, constituyen la única opción.
"Ella lee únicamente libros impresos", afirmó la señora Van Every. Y agregó con una sonrisa que ella misma trabaja en una compañía digital: CBS Interactive. "¡Uy!, qué vergüenza".
A medida que el mundo de los libros para los adultos se torna digital a un ritmo más rápido que lo que las editoriales esperaban, las ventas de los libros electrónicos vinculadas con los títulos para niños menores de 8 años apenas se han movido. Representan menos del 5 por ciento de las ventas anuales totales, según estimaron diversas editoriales, en comparación con más del 25 por ciento registrado en algunas categorías de libros para adultos.
También se compran muchos libros impresos para regalar, ya que el placer de recibir una tarjeta de Amazon de regalo se pierde en la mayoría de los niños de 6 años.
Los libros para niños también constituyen un detalle estimulante para las librerías de "carne y hueso", porque los padres con frecuencia desean hojear un libro entero antes de comprarlo; algo que generalmente no pueden hacer con la versión en Internet. A través de un estudio encargado por HarperCollins en el año 2010, se descubrió que los libros que se compran para niños de 3 a 7 años frecuentemente eran descubiertos en una librería local (el 38 por ciento de las veces).
Y aquí aparece una pregunta para un debate de la era digital: ¿Se pierde algo al tomar un libro con ilustraciones y convertirlo a un libro digital? Junko Yokota, profesor y director del Centro de Enseñanza a través de Libros para Chicos, en la Universidad Nacional Louis, en Chicago, considera que la respuesta es sí, porque la forma y el tamaño del libro con frecuencia son parte de la experiencia de leer. Las páginas más anchas podrían ser utilizadas para transmitir la idea de paisajes amplios, o se podría escoger un formato más alto para las historias sobre rascacielos.
El tamaño y la forma "se tornan parte de la experiencia emocional, la experiencia intelectual. Hay mucho que no se puede estandarizar y colocar en un formato electrónico", expresó Yokota, quien ha dado conferencias sobre cómo decidir cuándo un libro para niños es más apropiado para el formato digital o para el impreso.
Las editoriales afirman que gradualmente están incrementando la cantidad de libros impresos con ilustraciones que convierten a formato digital, aun cuando esto implica mucho tiempo y gasto de dinero, y los desarrolladores han estado ocupados creando aplicaciones interactivas de libros para niños.
Mientras que se espera que el ingreso de los nuevos dispositivos para tablet de Barnes & Noble y Amazon, este otoño (boreal), incremente la demanda de libros electrónicos para niños, diversas editoriales señalaron que mantienen la esperanza de que muchos padres todavía continúen prefiriendo las versiones impresas.
"Definitivamente hay una predisposición a imprimir", dijo Jon Yaged, quien es el presidente y editor de Macmillan Children's Publishing Group, firma que sacó a la venta "The Pout-Pout Fish" ("El Pez que Hacía Pucheros"), de Deborah Diesen y "On the Night You Were Born" ("La Noche en Que Naciste"), de Nancy Tillman.
"Y los padres son las mismas personas que no tendrán reparo alguno en comprar un libro electrónico para ellos mismos", agregó Yaged.
Eso sucede en la casa de Ari Wallach, un empresario de Nueva York, obsesionado con la tecnología, quien se dedica a ayudar a las compañías a actualizar su tecnología. Él mismo lee en Kindle, iPad y en iPhone, pero la habitación de sus mellizas está repleta de libros impresos únicamente.
"Sé que soy ludita, pero hay algo muy personal respecto de un libro que no aparece en los archivos de un iPad, algo que está conectado y que es emocional, algo con lo que crecí y con lo que deseo que ellas crezcan", afirmó Wallach.
"Reconozco que cuando tengan mi edad, será difícil encontrar un libro impreso", agregó. "Dicho eso, siento que aprender con libros es un rito de iniciación tan importante como aprender a comer con utensilios y a controlar esfínteres".
Algunos padres no desean hacer el cambio incluso con sus hijos en edad escolar. Alexandra Tyler y su esposo leen en Kindles, pero para su hijo Wolfie, de 7 años, eligieron todos libros impresos.
"De alguna manera, creo que es diferente", dijo ella. "Cuando lees un libro, un libro adecuado para niños, todos los sentidos están involucrados. Ese acto les enseña a dar vuelta la página correctamente. Sientes el olor del papel, lo tocas".
Existen muchos programas de software que profesan que ayudan a los niños a aprender a leer por ejemplo diciendo en vos alta una palabra resaltada o mencionando una ilustración. No todos los padres los compran. Matthew Thomson, de 38 años, quien se desempeña como ejecutivo en Klout, un sitio de medios sociales, probó dicho software para Finn, su hijo de 5 años. Pero él cree que su hijo aprenderá a leer más rápidamente con los libros impresos. Además, las alarmas y los silbidos de un iPad se convierten en una distracción.
"Cuando nos vamos a la cama y él sabe que es la hora de leer, dice: 'Juguemos un poco a Angry Birds'", contó Thomson. "Si usa el iPad, no lee, va a querer jugar más. De modo que la concentración para leer se esfuma".
© NYT Traducción de Angela Atadía de Borghetti.
En: http://www.lanacion.com.ar/1425488-los-fanaticos-de-los-ebooks-prefieron-libros-impresos-para-sus-hijos
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26/11/2011

Conectados, pero no comunicados - Sergio Sinay

La tecnología de conexión es una herramienta. Las herramientas tienen usos específicos y nacen para servir a las personas. Cuando éstas quedan al servicio de las herramientas, hay un peligro cierto. El estudio de IBOPE muestra que el uso del celular para la comunicación es mínimo. Sin embargo se ha extendido entre los padres la creencia de que ese adminículo (y otros) son esenciales para la supervivencia de sus hijos y para el vínculo con ellos. La mirada, la escucha receptiva, la palabra con todas sus entonaciones, texturas, y aún con los silencios que la acompasan, así como la temperatura emocional que se produce durante un intercambio persona a persona, son factores esenciales en la comunicación humana. Ninguna tecnología los reemplaza, y cuando pretende hacerlo, simplemente disimula u oculta el vacío de comunicación real existente.

Padres e hijos pueden estar hoy muy conectados, pero hay un déficit preocupante de comunicación en ese vínculo. La comunicación no consiste en que un hijo mande un mensaje diciendo en qué boliche está. Requiere tiempo, presencia, exige resignar cosas prescindibles. Si no, se pagan precios altos, que están a la vista en los dramas y tragedias cotidianos (algunos públicos, otros ocultos) que protagonizan los chicos y sobre los cuales muchos padres se desayunan tarde. Para que el uso de la tecnología contribuya a la comunicación requiere límites (de tiempo, de funciones y de lugar) y orientación, y los deben poner los padres. Es una tarea indelegable y postergada..

En: http://www.lanacion.com.ar/1413025-conectados-pero-no-comunicados
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22/11/2011

Nos hemos convertido en seres neuroquímicos - Nikolas Rose

El sociólogo inglés afirma que el consumo generalizado de psicofármacos responde a lo que hoy se entiende por vida saludable

Por Pablo Ambrogi  | Para LA NACION

 
    
Rose: "Sólo es posible conocerse a sí mismo a través de un lenguaje público". Foto: EDUARDO CARRERA / AFV
 
"No hay una subjetividad privada", dice el sociólogo británico Nikolas Rose, profesor de la London School of Economics. Invitado al país por la Universidad Pedagógica, en el marco del III Coloquio Latinoamericano de Biopolítica, Rose argumenta que la concepción que los individuos tienen de sí mismos varía de acuerdo con una compleja constelación de factores. Hábil para describir y englobar esos múltiples cambios en fórmulas sencillas, considera a los individuos contemporáneos "seres neuroquímicos" que conciben su subjetividad como resultante de la química cerebral y abrazan las posibilidades de modificarla mediante sustancias psicoactivas. Si bien alerta sobre las limitaciones y falsedades de esta cultura psiquiátrica, Rose tampoco ahorra críticas al psicoanálisis, al que le reclama "abrirse a la evaluación empírica de sus resultados".
-Usted adhiere a la visión de Foucault, según la cual no hay que entender el poder como una acción del Estado sobre el individuo sino como una técnica presente en todas las relaciones sociales.
-La cuestión no es tanto abandonar la oposición individuo-Estado sino empezar desde otro lugar. En lugar de comenzar por el Estado, es mejor preguntar de qué manera está regulada la conducta de los individuos en distintos lugares y épocas, quién la regula, bajo qué autoridad, usando qué sistemas de conocimiento, qué técnicas y con qué consecuencias para la visión que esos individuos tienen de sí mismos, para su subjetividad. Hay muchos historiadores y sociólogos interesados en escribir la historia de la subjetividad, lo cual es interesante pero vano, ya que no tenemos idea de cómo era realmente la gente en otras épocas. Sólo tenemos lo que decían de sí mismos y lo que los otros decían de ellos. Yo trato de preguntar no cómo eran sino cómo se entendían a sí mismos, qué lenguajes usaban para hacerlo, qué prácticas utilizaban para manejarse a sí mismos y a otros. Esto es algo que puede investigarse históricamente. Y también creo que el objetivo de las prácticas para el manejo de la conducta ha sido la creación de seres humanos de un cierto tipo: virtuosos, sanos, sabios, prudentes. En cierta manera, cómo son los individuos, su subjetividad, depende efectivamente de los lenguajes y los sistemas para juzgar que tienen disponibles. Sólo es posible conocerse a sí mismo a través de un lenguaje público. No hay una subjetividad privada original que esté ahí esperando ser liberada.
-¿Pueden los individuos resistir estos procesos de cambio social?
-Muchos piensan que los individuos resisten porque hay algo en ellos que no puede soportar las restricciones, un deseo de libertad o autonomía. Yo pienso que uno puede explicar muy bien las luchas de los individuos sin postular algo esencial dentro del individuo que resiste al poder. Pueden tomarse los ejemplos de la resistencia en Europa del Este, que llevó a la caída del Muro de Berlín. Esa gente deseaba y pedía libertad, pero lo que en realidad deseaba era cambiar su régimen por otro: querían consumir, querían autonomía personal. En un sentido, los individuos viven en la intersección de distintos modos de pensar y de actuar. Lo que llamamos resistencia suele ser la caída de uno de esos modos y la instauración de otro. Si bien lo que dicen quienes resisten es "queremos derribar el poder", lo que casi siempre hacen es proponer otra manera de pensarse a sí mismos y usarla contra el poder existente. Aunque por supuesto, en la resistencia a cosas como la tortura o la desaparición, la idea es "esto es algo que no debería ocurrirle a un ser humano", y eso hay que explicarlo de una manera algo distinta.
-Una de las maneras en las que usted concibe el desarrollo de la subjetividad contemporánea es hacia lo que llama "individualidad somática"
-Mi argumento es que en las últimas décadas del siglo XX los individuos empezaron a pensarse cada vez más como criaturas biológicas y a prestarle mucha atención a su existencia corpórea. Esculpiendo el exterior de sus cuerpos por medio de dietas, ejercicio, incluso tatuajes y el interior mediante comida sana, tratando de entender y tomar medidas para mantener la salud y minimizar la enfermedad. Todo esto bajo la autoridad de cierto tipo de experto, el médico. Por supuesto que los seres humanos han pensado sobre su apariencia física y su salud durante siglos, así que no hay nada tremendamente nuevo en esto. Lo que quizá es nuevo es la proliferación de lenguajes, tanto en expertos como en los medios de comunicación, que instruyen a los individuos a pensar sobre su cuerpo y su salud en términos biomédicos, en términos derivados de la práctica médica contemporánea. ¿Las comidas grasas suben el colesterol o lo bajan? ¿Debemos tomar jugo de naranja, aunque en realidad tiene más calorías que el vino tinto? El vino tinto hace bien al corazón, pero sólo hay que tomar tres copas por semana, etcétera, etcétera. Así que no sólo un lenguaje médico sino además instrucciones detalladas acerca de cómo trabajar sobre uno mismo. Y aparece además el lenguaje de la genética, de la susceptibilidad genética a las distintas enfermedades, de los riesgos por historia familiar de ciertas enfermedades: ¿si mi padre tuvo un ataque al corazón, debo reducir mi colesterol? ¿Debo hacerme tests? Y esto no surge de modo coercitivo, lo hacemos porque queremos vivir más, con más salud. Es nuestra ética somática, nuestra concepción de cómo debemos vivir nuestra vida.
-¿Cómo juega aquí el uso cada vez más extendido de psicofármacos?
-Hoy es rutina en muchas sociedades modificar el humor, las sensaciones y los deseos mediante el uso de drogas psiquiátricas. No las tomamos sólo si sufrimos de desórdenes psiquiátricos graves, sino porque nos sentimos algo deprimidos, o porque queremos hablar en público y no queremos que nos tiemblen las manos, por ejemplo. Hice una investigación sobre el aumento de la frecuencia con que se recetan estas drogas en diferentes regiones. La creencia de que podemos modificar nuestro modo de estar en el mundo actuando sobre nuestra química neuronal se ha vuelto aceptada y rutinaria. La manera en que estas drogas funcionan (pienso en especial en el Prozac y los antidepresivos) ha sido difundida ampliamente. Si uno está deprimido, es porque tiene bajo el nivel de serotonina y el problema pasa a ser cómo elevarlo. Uno puede consumir Prozac pero, si cree en la comida saludable y esas cosas, puede tomar algún remedio basado en hierbas, como el hipérico. O si uno tampoco quiere tomar eso, quizá recuerde que leyó en algún lado que comer chocolate eleva la serotonina. En suma, uno empieza a pensarse a sí mismo y a sus humores en términos neuroquímicos. Este nuevo lenguaje está ahora disponible para nosotros. Nos hemos convertido en seres neuroquímicos.
-Es interesante que, en línea con su concepción del poder, usted no ve esto como fruto de una conspiración de las compañías farmacéuticas sino como una resultante de las influencias de distintos grupos sociales.
-Como nos gusta decir a los sociólogos, es un cuadro complejo. Lo cual no quiere decir que no podamos analizarlo. Algunos colegas creen que toda la culpa es de los grandes laboratorios, y que los individuos son títeres de éstos. Yo creo que es una visión demasiado simple. La industria farmacéutica no podría vender sus productos si no hubiera una demanda, una suerte de espacio problemático que los individuos creen que las drogas pueden resolver. Pero por supuesto que las compañías buscan moldear esa demanda. Una cosa interesante que está ocurriendo es el aumento de grupos de autoayuda, que buscan el reconocimiento de esas patologías. Una de las primeras cosas que las compañías hacen al lanzar un nuevo producto es solventar estos grupos que buscan aumentar el conocimiento de la enfermedad en la sociedad. Hay también luchas internas en estos grupos, especialmente con las enfermedades infantiles más importantes como el autismo o el ADHD (Attention Deficit Hyperactivity Disorder). Algunos padres dicen: "Es un escándalo, mi hijo está siendo discriminado porque sufre de esta enfermedad que no está suficientemente reconocida como tal; necesitamos investigación y acceso a las drogas para tratarla". Y por otro lado hay otro grupo que dice: "Es un escándalo, la gente dice que mi hijo está enfermo y lo quieren medicar, cuando es un chico perfectamente normal, sólo se comporta un poco distinto". Hasta hace poco no había drogas para tratar el ADHD en Italia: algunos grupos veían esto como un escándalo y otros decían que el escándalo era querer medicar a sus bambini . Se pueden tomar posiciones distintas en esta lucha política compleja, pero lo que podemos ver es la emergencia de este paisaje social de luchas sobre la caracterización de estos trastornos psiquiátricos, su base somática, las formas de tratarlos. Aquí hay una lucha política sobre cómo entender el cuerpo y la propia mente.
-Describe esta tendencia de modo crítico. ¿Cree que por ejemplo el psicoanálisis tiene una visión más humana de estas patologías?
-Creo que no. Hay que entender que todas las disciplinas psi implican históricamente sistemas de autoridad, porque involucran a expertos que saben más sobre los trastornos que los propios individuos que los sufren, y que entran en una relación de autoridad con esos individuos para enseñarles, para entrenarlos, para transformarlos de alguna manera. Hay muchas maneras de hacer esto y, por supuesto, hay grandes disputas entre el psicoanálisis, la psicología dinámica, la terapia cognitiva. Pero en última instancia éstas son relaciones de autoridad sobre el individuo. Por lo tanto, no me convence la gente que dice que el psicoanálisis es una práctica humana y liberadora. Al menos el psicoanálisis real, como realmente funciona en el mundo. Luego está la pregunta por la psiquiatría. ¿Es reduccionista la visión de que las enfermedades mentales son puramente cerebrales? Creo que el problema principal con esa manera de pensar es que no funciona. En términos generales, las drogas no son efectivas. Compare lo que ocurre en el caso de la diabetes en que, si uno toma la droga necesaria, está mejor. Las drogas psiquiátricas no funcionan así. No ha sido posible identificar cada patología psiquiátrica con un estado del cerebro, con su base genética o neurológica. Todos creían que iba a ser posible realizar esta identificación objetiva de cada trastorno; hoy hasta los más fanáticos reconocen que no se ha podido hacer siquiera en un caso, después de 25 años de investigaciones. El problema es que un trastorno psiquiátrico no es un trastorno puramente cerebral: es un trastorno del cerebro pero también de un cuerpo completo, una persona, en una cultura, con ciertas creencias y expectativas que moldean la manera en la que el individuo entiende su propia enfermedad. ¡Si las drogas funcionaran, por supuesto que serían preferibles a cinco sesiones semanales de análisis! Pero no creo que funcionen. Si el psicoanálisis funciona ya es otra cuestión.
-El psicoanálisis es una práctica muy extendida en la Argentina.
-La manera en que el psicoanálisis se desarrolló en Francia, y según entiendo también en la Argentina, es en términos del habla, el sentido, la estructuración del inconsciente como un sistema de sentido, bajo la influencia de Lacan y otros. Desde la neurociencia hoy se suele señalar que Freud no estaba contra la idea de que los trastornos psicológicos tienen una base neurobiológica o incluso genética. Por lo tanto, es erróneo pensar que el psicoanálisis, por su propia naturaleza, se opone a esta visión. Incluso hay quienes, para horror de muchos psicoanalistas, tratan de testear empíricamente los resultados del psicoanálisis. ¿Ayuda realmente el psicoanálisis a las personas? ¿Se pueden evaluar sus resultados del mismo modo como se evalúan los resultados de otras terapias? ¿Es esto una herejía en el caso del psicoanálisis? Muchos creen que es razonable pedirle al psicoanálisis evidencia de su eficacia. No hay ningún problema si uno ve el psicoanálisis como un medio para que el individuo se explore a sí mismo y sus maneras de estar en el mundo, las cosas que lo aquejan y de las que podría liberarse, su relación con sus padres. Pero si el psicoanálisis quiere ser una intervención terapéutica para gente que está sufriendo de trastornos que le impiden sustancialmente llevar adelante su vida, entonces debería abrirse a este tipo de evaluaciones. Hay muchos problemas con la medicina basada en la evidencia, pero si la elección es entre la evidencia y la eminencia, prefiero la evidencia...
Adn Rose
Londres, 1947
Profesor en la London School of Economics, Rose también ha trabajado en el área de sociología de la psiquiatría y en las implicancias sociales de los desarrollos psicofarmacológicos. También es reconocido por su labor sobre la obra de Foucault..


En: http://www.lanacion.com.ar/1411769-nos-hemos-convertido-en-seres-neuroquimicos

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15/11/2011

Los 100 mejores libros de todos los tiempos

A la gente le gusta las listas, las enumeraciones y las ordenaciones. Así que la revista Newsweek ha publicado el enémiso ranking de los mejores libros de todos los tiempos. En concreto, de los 100 mejores.
Partimos de la base de que la clasificación es subjetiva, como todas las clasificaciones. Pero Newsweek trató de involucrar algunos rasgos más o menos objetivos, como el impacto en la historia, su aporte cultural y sus ventas.
Además, para empezar con un grupo de títulos asequible, previamente se usó diez listas de los mejores libros en inglés o traducidos a ese idioma: The Telegraph’s 110 best books/The Perfect Library, The Guardian’s top 100 books, Oprah’s Book Club, the St. John’s College reading list, Wikipedia’s list of all-time bestsellers, the New York Public Library’s books of the century, the Radcliffe Publishing Course’s list of the 100 best English-language novels of the 20th century, The Modern Library’s 100 best novels and 100 best works of nonfiction, Time’s 100 best English-language novels from 1923 to the present y NEWSWEEK’s own list of current top 50 choices.
Así que la competición se estableció con esta meta-lista. Cuando hubo igualdad, se desempató según la cantidad de resultados de Google. El resultado fue el siguiente:
1) Guerra y paz, León Tolstoi
2) 1984, George Orwells
3) Ulises, Joyce
4) Lolita, Vladimir Nabokov
5) El sonido y la furia, William Faulkner
6) El hombre invisible, Ralph Ellison
7) Al faro, Virginia Woolf
8) La iliada y la Odisea, Homero
9) Orgullo y prejuicio, Jane Austen
10) Divina Comedia, Dante
11) Cuentos de Canterbury, Geoffrey Chaucer
12) Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift
13) Middlemarch, George Eliot
14) Todo se desmorona, Chinua Achebe
15) El guardián entre el centeno, J. D. Salinger
16) Lo que el viento se llevó, Margaret Mitchell
17) Cien años de soledad, Gabriel García Márquez
18) El gran Gatsby, Scott Fitzgerald
19) Catch 22, Joseph Heller
20) Beloved, Toni Morrison
21) Viñas de Ira, John Steinbeck
22) Hijos de la medianoche, Salman Rushdie
23) Un mundo feliz, Aldous Huxley
24) Mrs. Dalloway, Virginia Woolf
25) Hijo nativo, Richard Wright
26) De la democracia en América, Alexis de Tocqueville
27) El origen de las especies, Charles Darwin
28) Historia, Heródoto
29) El contrato social, Jean-Jacques Rousseau
30) El capital, Kart Marx
31) El príncipe, Maquiavelo
32) Las confesiones de San Agustín
33) Leviathan, Thomas Hobbes
34) Historia de la guerra del Peloponeso, Tucídides
35) El señor de los anillos, J. R. R. Tolkien
36) Winnie-the-Pooh A. A. Milne
37) Las crónicas de Narnia, C. S. Lewis
38) Pasaje a la India, E. M. Forster
39) En el camino, Jack Kerouac
40) Matar a un ruiseñor, Harper Lee
41) La Biblia
42) La naranja mecánica, Anthony Burgués
43) Luz de agosto, William Faulkner
44) Las almas de la gente negra, W. E. B. Du Bois
45) Ancho mar de los Sargazos, Jean Rhys
46) Madame Bovary, Gustave Flaubert
47) Paraíso perdido, John Milton
48) Anna Karenina, Leon Tolstoi
49) Hamlet, William Shakespeare
50) El rey Lear, William Shakespeare
51) Otello, William Shakespeare
52) Sonetos, William Shakespeare
53) Hojas de hierba, Walt Whitman
54) Las aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain
55) Kim, Rudyard Kipling
56) Frankenstein, Mary Shelley
57) La canción de Solomon, Toni Morrison
58) Alguien voló sobre el nido del cuco, Ken Kesey
59) Por quien doblan las campanas, Hernest Hemingway
60) Matadero 5, Kurt Vonnegut
61) Rebelión en la granja, George Orwell
62) El señor de las moscas, William Holding
63) A sangre fría, Truman Capote
64) El cuaderno dorado, Doris Lessing
65) En busca del tiempo perdido, Marcel Proust
66) El sueño eterno, Raymond Chandler
67) Mientras agonizo, William Faulkner
68) Fiesta, Ernest Hemingway
69) Yo, Claudio, Robert Graves
70) El corazón es un cazador solitario, Carson McCullers
71) Hijos y amantes, D. H. Lawrence
72) Todos los hombres del rey, Robert Penn Warren
73) Ve y dilo en la montaña James Baldwin
74) La Telaraña de Charlotte, E. B. White
75) El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad
76) Noche, Elie Wiesel
77) Conejo, corre J. Updike
78) La edad de la inocencia, Edith Wharton
79) El mal de Portnoy, P. Roth
80) Una tragedia americana, Theodore Dreiser
81) El día de la langosta, Nathanael West
82) Trópico de cáncer, Henry Miller
83) El halcón maltés, Dashiell Ahmet
84) La Materia oscura, Philip Pullman
85) La Muerte del Arzobispo, Willa Cather
86) La interpretación de los sueños, S. Freud
87) La educación de Henry Adams, Henry Adams
88) Pensamiento de Mao Zedong, Mao Zedong
89) Psicología de la religión, William James
90) Retorno a Brideshead, Evelyn Waugh
91) Primavera silenciosa, Rachel Carson
92) Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, John Maynard Keynes
93) Lord Jim, Joseph Conrad
94) Adiós a todo eso, Robert Graves
95) La sociedad opulenta, John Kenneth Galbraith
96) El viento en los sauces, Kenneth Grahame
97) La autobiografía de Malcom X, Alex Haley y Malcolm X
98) Los victorianos eminentes, Lytton Strachey
99) El color púrpura, Alice Walter
100) La segunda Guerra Mundial, Winston Churchill


En:
http://www.papelenblanco.com/premios-y-concursos/los-100-mejores-libros-de-todos-los-tiempos

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24/10/2011

Google publica manuscritos bíblicos de hace 2000 años


Alguna vez estuvieron al alcance de un reducido grupo académico. Pero ahora los puede ver todo el mundo. Eso sí, están en idioma original. Unos 2000 años después de que fueron escritos y décadas después de que fueron encontrados en cuevas en el desierto, algunos de los famosos manuscritos del Mar Muerto fueron publicados en Internet ayer por primera vez en un proyecto lanzado por el Museo Nacional de Israel y Google.

La aparición de cinco de los más famosos manuscritos del Mar Muerto en internet es parte de un amplio intento por parte de quienes conservan los celebrados rollos de papel -que alguna vez fueron criticados por permitir que fueran monopolizados por pequeños círculos de académicos- para ponerlos al alcance de cualquiera con una computadora.

Los manuscritos incluyen el bíblico libro de Isaías, el manuscrito conocido como el rollo del templo y tres más.


Quienes paseen por internet pueden buscar las imágenes en alta resolución de los manuscritos para ver pasajes específicos, acercarse o alejarse y traducir los versos a cualquier idioma. Los originales son conservados en cajas de seguridad en un edificio en Jerusalén construido especialmente para albergar los rollos.

El acceso exige al menos tres diferentes tipos de llaves, una tarjeta magnética y un código secreto. Los cinco manuscritos están entre los adquiridos por investigadores israelíes entre 1947 y 1967 por parte de casas de antigüedades, luego de que fueron encontrados por pastores beduinos en el desierto de Judea.

Los rollos, considerados por muchos como el mayor descubrimiento arqueológico del siglo XX, se piensa que fueron escritos o recolectados por una secta judía ascética que huyó de Jerusalén al desierto hace 2000 años y se establecieron en Qumrán, en los asentamientos del Mar Muerto.
Los cientos de manuscritos que sobrevivieron, parcialmente o completos, en cuevas cerca del sitio, han iluminado el desarrollo de la biblia hebrea y los orígenes del cristianismo.
En: http://www.losandes.com.ar/notas/2011/9/27/google-publica-manuscritos-biblicos-hace-2000-anos-596450.asp
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20/10/2011

Noam Chomsky: Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática


                                     
1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.



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13/10/2011

¡No más mutilación de libros!

a
Libros mutilados
Mediante murales e  información planean concientizar a los estudiantes, sobre el trato y el cuidado de los libros que se prestan en la biblioteca.

 Por: Danny Solano
colaborador.prensa.1@itcr.ac.cr
Colaborador InformaTEC

¿Sabe usted quienes son asesinos del conocimiento? Son aquellos que con navajas, tinta y descuido, cortan, mutilan, rayan y destrozan el instrumento del saber, los libros.
Una campaña de la Unidad de Circulación de la Biblioteca José Figueres Ferrer del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), llamada “Un alto contra la mutilación de libros”, bajo el lema “al mutilar un libro se comete un crimen contra el conocimiento”, pretende concientizar a los estudiantes sobre el cuidado de los textos que les son prestados.
La idea nació poco a poco, en conjunto con directores de las Escuelas, debido a la creciente problemática. Lidia Gómez de la Unidad de Circulación de la Biblioteca expuso que “había libros a los cuales se les cortaban las páginas e incluso capítulos enteros, les rayaban las hojas… que podrían poseer información sumamente útil”.
Al ser material sumamente costoso, algunos imposibles de conseguir en el país o que habían dejado de ser publicados, hacía mucho más difícil poder recuperar nuevamente esos textos y el valioso conocimiento que tenían.
Otro problema, era que cuando los estudiantes sacaban copias o clonaban las publicaciones en las fotocopiadoras, se abrían mucho los libros y las hojas se despegaban, o su empaste sufría desgaste por el maltrato.
Así nació la idea de crear diferentes murales para que los alumnos, mediante muestras de libros despedazados y otros, hagan conciencia sobre el uso y el cuidado que deben tener cada vez que se les presta un ejemplar.
Hay dos murales que pretender realizar ese proceso de concientización, uno que da a la pared de la segunda planta de la biblioteca, subiendo las escaleras. El otro, se encuentra en la sección de generales, donde además se halla la escena del crimen (se trata de una exposición sobre un libro asesinado).
“Al dañar el material el más perjudicado es el estudiante” sentencia Gómez, preocupada por la situación, para apoyar esas palabras los estudiantes del TEC muestran su descontento cuando solicitan libros y al recibirlos tienen algún daño.
Tal es el caso de Melissa Matamoros, estudiante de Mantenimiento Industrial, para ella “la idea es muy creativa, ya era hora que hicieran algo así, hay libros que definitivamente dan pena… me gustaría que la exposición se hiciera en otros puntos del TEC”.
Karen Brenes y Daniel Gamboa, quienes pertenecen a la carrera de Producción Industrial, también mostraron su descontento con el tratamiento que algunos hacen al material y a la vez mostraron su apoyo a la campaña, “ha pasado que uno encuentra hojas pegadas y rayadas, ojala la campaña ayude a cambiar”, estuvieron de acuerdo los dos.
También, se toman medidas como proteger los libros en buen estado con un sello, así cuando se realiza el préstamo el alumno debe hacer la devolución tal como cuando la recibió, si existe algún daño la persona tiene que pagar el precio del libro y los costos de los diferentes trámites

En: http://www.tec.cr/prensa/Informatec/2009/marzo%20I/n7.html

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Cierran una biblioteca londinense que fundó Mark Twain

Un tribunal británico respaldó hoy el cierre de la biblioteca que el escritor Mark Twain inauguró en Londres en 1900, una de las 400 que el Reino Unido prevé clausurar como parte del plan de ahorro que afrontan la mayoría de administraciones públicas.

POR EFE


Los jueces desestimaron las alegaciones de un plataforma de protesta del barrio de Brent contrario al cierre de seis bibliotecas, la mitad de las que actualmente tiene esta zona al norte de Londres, según recoge la cadena pública británica BBC.
A pesar de que una ley de hace 50 años obliga a los ayuntamientos a ofrecer servicio de bibliotecas, el Gobierno británico ha dado vía libre a los consistorios para que las cierren con el fin de ahorrar ya que consideran que el avance de las nuevas tecnologías e internet las ha hecho obsoletas.
Numerosos campañas se han puesto en marcha para impedir la clausura de cientos de bibliotecas en todo el país, pero la demanda presentada en Brent es la primera acción judicial contra la medida.
Además de la de Kensal Rise, en la que el autor de "Las aventuras de Tom Sawyer" depositó cinco ejemplares de sus obras hace más de un siglo, el distrito tiene intención de cerrar también las puertas de las bibliotecas de Cricklewood, Neasden, Barham Park, Preston y Tokyngton.
Los planes del consistorio londinense han movilizado a miles de personas en los últimos meses, entre ellas, personajes del mundo de la cultura como el músico Nick Cave y los grupos "Depeche Mode" y "Pet Shop Boys".
Una portavoz de la plataforma "SOS Bilbliotecas de Brent", Margaret Bailey, recalcó que la sentencia todavía se puede recurrir, y reclamó al consejo municipal que "considere otras opciones" antes de cerrar los centros, "dada la preocupación por el asunto que han demostrado los residentes del barrio".

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24/09/2011

"Cuando te hacés amiga de tus hijos los dejás huérfanos..."

Jueves 01 de septiembre de 2011 | 01:05 - Por Any Ventura | 

...me dijo mi hija antes de terminar la conversación. Esta mujercita, madre de una niña de 12 y de un varón de 15, me dejó muda. No supe qué contestar. Y por supuesto, me quedé pensando. Por empezar me pregunté quién le habría enseñado tan contundentes y sabias palabras. También me pregunté si me las estaba diciendo a mí, o se las estaba diciendo a ella misma en relación con sus propios hijos. Me dio orgullo y temor al mismo tiempo. Orgullo porque descubrí en ella una sabiduría que a toda madre le llena el alma de cariño. Y temor porque quizás había una crítica a mi lugar como mamá.

También me sirvió para reflexionar acerca de esta forma tan cruda de plantear los temas que tienen los más jóvenes. Pero me pareció un hallazgo para compartir con otros padres. No cabe duda de que es una verdad inapelable. Las madres de mi generación sabíamos esto y quizás nos costó aplicarlo. Porque poner límites es ir a un enfrentamiento, es aguantar el enojo de nuestros hijos. Es sostener una argumentación o algo mucho más fuerte: es ejercer el poder y sus resultados. ¿Lo habremos aplicado ¿Habremos entendido bien su sentido? No lo sé.

Marcelo Urresti, uno de los sociólogos que más estudió el tema de los jóvenes, sostiene que "en los años 70 las culturas juveniles eran patrimonio exclusivo de los jóvenes. Pero hoy son patrimonio de toda la sociedad". No hace falta ir muy lejos para darse cuenta de la sobrevaloración de la imagen adolescente. Vemos desfilar mujeres y hombres que desean más que nada en la vida ser jóvenes, y a niños que también desean ser jóvenes. Toda la industria indumentaria, toda la tecnología, está orientada a ser jóvenes o parecer jóvenes. Así actores, personajes de las revistas, parecen adolescentes de 40, 50 o 60 años. Entonces bien vale preguntar a los hijos de esas personas: ¿Qué espacio les queda?. Y me lo preguntaba a mí misma.

Si el padre quiere hacerse amigo de su hijo, en un punto no asume ninguna de las responsabilidades que le corresponden a un padre. Como por ejemplo decir que NO. Poner límites. Okey, los jóvenes, por el sólo hecho de serlo debieran tener ese espacio para transgredir, para romper mandatos, para incumplir normas para crecer, para madurar. ¡Pero los padres quieren lo mismo! ¿Cómo se resuelve este conflicto?

Siempre se ha dicho que los adolescentes son los que denuncian los problemas de una sociedad. Le dicen al mundo la verdad en la cara. No respetan ninguna convención, Para eso están los adultos para ponerles un freno, una contención a tanta ebullición. Tener un hijo, criarlo, también es confrontar nuestros propios deseos con los de esa otra persona que depende de nosotros. Deberíamos entender que nuestros hijos buscan grupos de pares para estar, para compartir espacios. Los clubes, el cibercafé, la discoteca, la calle. Nosotros no somos sus pares, somos sus padres. Y esos monstruos que nos aterran como la violencia, el sexo y las drogas desafían nuestra propia responsabilidad frente a esta sociedad.

Me pregunto si un joven quiere usar su cuerpo como ofrenda de rebeldía con incrustaciones, piercing, tatuajes, cuando sus padres también se tatúan y, además, van a los mismos recitales que sus hijos: ¿Como hace un hijo para separarse de esa tutela ,de esa mirada falsamente amiga que le copia paso a paso sus destellos de libertad? En mi época se hablaba de límites y circulaba una hermosa frase que usábamos para la ocasión: "Agarrame fuerte y dejame ir". Pero como creo que las generaciones se superan, Florencia tiene más sabiduría que su madre y me retrucó "Cuando nos hacemos amigos de nuestros hijos, los dejamos huérfanos". Y tiene razón..

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21/09/2011

Internet no debilita la memoria

El debate sobre los efectos del uso intensivo de la web en nuestra mente

Por Facundo Manes  | Para LA NACION
Desde hace un tiempo, los titulares del mundo se hicieron eco de supuestos efectos amnésicos de Internet, como si Google fuera una maldición en el hipocampo. Como una extraña paradoja, supimos de esto a través de esa misma tecnología acusada de ser promotora de la holgazanería de nuestro cerebro. Quiero referirme en particular a la nota que leí en este mismo diario el mes pasado, escrita por Mario Vargas Llosa y titulada " Más información, menos conocimiento ".

Como se ve, la hipótesis es muy clara y contundente desde el título, y con buen tino hace prever el tema que tratará y su desarrollo argumentativo. En el último párrafo de la columna, el premio Nobel peruano dice: "Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos que describe en su libro [se refiere a Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? , de Nicholas Carr]". Atendiendo a estas salvedades explicitadas por Vargas Llosa, recuerdo que mientras leía la nota ese sábado por la mañana pensaba en lo conveniente de poder aportar información sobre ciertas investigaciones que se están realizando desde la neurobiología y, así, complementar las apreciaciones realizadas.

Lo que sugieren los estudios apocalípticos sobre Internet citados en el artículo es que los procesos de la memoria humana se están adaptando a la llegada de nuevas formas de tecnología y comunicación. Y que esta adaptación es perniciosa para el cerebro porque lo libera de un entrenamiento necesario para su buena salud: "Cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos", dice Vargas Llosa sintetizando estas posturas. Debemos recordar que, para nuestra evolución, este proceso adaptativo no es novedoso ya que, por ejemplo, hemos aprendido desde tiempos remotos que cuando no sabemos algo podemos preguntarle a otra persona que sí lo sabe o, muchos siglos más acá, consultar documentos escritos o bibliotecas para transformar la duda en una certeza. En este caso que refiere Vargas Llosa, estamos aprendiendo qué es lo que la computadora "sabe" y cuándo debemos acceder a su "conocimiento" para asistirnos en nuestro propio recuerdo.

En otras circunstancias ya se dio de igual modo la misma preocupación por las novedades tecnológicas ligadas a la información y el impacto en nuestra mente. Sin embargo, el ser humano aún goza de buena salud. Estos procesos críticos nos permiten, más bien, dar cuenta de un aspecto fundamental de nuestra conformación biológica: la naturaleza limitada de la propia memoria. Como con todo bien limitado, actuamos en consecuencia protegiéndolo y utilizándolo con un sentido de la oportunidad. Si aprendemos que la capacidad para acceder a un dato está tan sólo a una búsqueda de distancia en Google, decidimos entonces no destinar nuestros recursos cognitivos a recordar la información, sino a cómo acceder a la misma.

A diferencia de lo que plantea Vargas Llosa en su artículo (que la inteligencia artificial "soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, sus esclavos", por ejemplo), buscar instintivamente la información en Google es un impulso sano. Todos hemos utilizado Google para bucear en recuerdos vagos o corregir algún dato inexacto.

Sobre este último punto, muchas veces también se desestima la autoridad de los datos extraídos de Internet, ya que no es el lugar más confiable para precisiones y exactitudes. ¿Y quién puede decir que sí lo es nuestra memoria? Cuando uno experimenta algo, el recuerdo es inestable durante algunas horas, hasta que se fija por la síntesis de proteínas que estabilizan las conexiones sinápticas entre neuronas. La próxima vez que el estímulo recorra esas vías cerebrales, la estabilización de las conexiones permitirá que la memoria se active. Cuando uno tiene un recuerdo almacenado en su cerebro y se expone a un estímulo que se relaciona con aquel evento, va a reactivar el recuerdo y a volverlo inestable nuevamente por un período corto de tiempo, para volver a guardarlo luego y fijarlo nuevamente, en un proceso llamado "reconsolidación de la memoria". La evidencia científica indica que cada vez que recuperamos la memoria de un hecho, ésta se hace inestable permitiendo la incorporación de nueva información. Cuando almacenamos nuevamente esta memoria como una nueva memoria, contiene información adicional al evento original. En otras palabras, muchas veces aquello que nosotros recordamos no es el acontecimiento tal como se ha manifestado en la realidad, sino la forma en que fue recordado la última vez que lo trajimos a la memoria.

El uso de la Web como un banco de la memoria es virtuoso. Nos ahorramos espacio en el disco duro para lo que importa y, en todo caso, entendiendo a Internet como una red, nos trae a cuenta una información variada, un conjunto de voces frente a las cuales el usuario es soberano. Si un hecho almacenado en forma externa fuese el mismo que un hecho almacenado en nuestra mente, entonces la pérdida de la memoria interna no importaría mucho. Pero el almacenamiento externo y la memoria biológica no son la misma cosa. Cuando formamos, o "consolidamos", una memoria personal, también formamos asociaciones entre esa memoria y otros recuerdos que son únicos para nosotros y también indispensables para el desarrollo del conocimiento profundo, es decir, el conocimiento conceptual. Las asociaciones, por otra parte, continúan cambiando con el tiempo, a medida que aprendemos más y experimentamos más. La esencia de la memoria personal no son los hechos o experiencias que guardamos en nuestra mente, sino "la cohesión" que une a todos los hechos y experiencias.

No existe ninguna evidencia científica de que las nuevas tecnologías estén atrofiando nuestra corteza cerebral. Lo que sí podemos aseverar es que fue esa misma tecnología la que nos permitió estudiar el cerebro en vivo a través de, por ejemplo, la resonancia magnética funcional, y, con ella, conocer más del cerebro en las últimas dos décadas que en toda la historia de la humanidad. Estas investigaciones nos hicieron posible, además, precisar y tratar ciertas enfermedades neurológicas inabordables hasta hace poco tiempo.

En el célebre Fedro de Platón se cuenta el diálogo que mantuvieron el rey Tamo y Theuth sobre la invención de la escritura. Theuth está exultante por esta novedad que, dice, servirá para aliviar la memoria y ayudar a las dificultades de aprender. El rey lo refuta y dice que la escritura "sólo producirá el olvido, pues les hará descuidar la memoria, y filiándose en ese extraño auxilio, dejarán a los caracteres materiales el cuidado de reproducir sus recuerdos cuando en el espíritu se hayan borrado". Tampoco la escritura, dice el rey, será un buen instrumento de las personas para el conocimiento, "pues cuando hayan aprendido muchas cosas sin maestro, se creerán bastante sabios, no siendo en su mayoría sino unos ignorantes presuntuosos". Aquellos argumentos que hace miles de años justificaban el malestar sobre la escritura, hoy se reiteran con una similitud sorprendente para Internet, habiendo virado hacia el lado del bien eso que antes fue maldito.

Como no lo hicieron la escritura artesanal ni la imprenta, Internet no corroerá los mecanismos eficaces de pensamiento, ya que las virtudes de la interacción social siguen siendo centrales para comprender. En un experimento realizado por Patricia Kuhl y colaboradores en Estados Unidos, tres grupos de bebes que se criaron escuchando exclusivamente inglés fueron entrenados: un grupo interactuaba con un hablante del idioma chino en vivo, un segundo grupo veía películas del mismo hablante y el tercer grupo sólo lo escuchaba a través de auriculares. El tiempo de exposición y el contenido fueron idénticos en los tres grupos. Después del entrenamiento, el grupo de bebes expuesto a la persona china en vivo distinguió entre dos sonidos, con un rendimiento similar al de un bebe nativo chino. Los bebes que habían estado expuestos al idioma chino a través del video o de sonidos grabados no aprendieron a distinguir sonidos, y su rendimiento fue similar al de bebes que no habían recibido entrenamiento alguno. Esto indica que la clave del conocimiento, la memoria y el desarrollo de la especie sigue siendo no lo que el individuo hace consigo mismo ni con la tecnología, sino el puente que construye con sus semejantes.

Mario Vargas Llosa dice que después de leer de un tirón Superficiales de Nicholas Carr quedó fascinado, asustado y entristecido. Una respuesta desde la neurobiología quizá pueda morigerar esa apesadumbrada sensación. Pero también otra desde la intuición. En general, las personas siguen conversando sus cosas además de escribir y leer atentamente, y también usan cotidianamente Internet. De hecho no sería extraño ver en un mismo bar de una ciudad como Buenos Aires a dos viejos amigos que conversan efusivamente de la vida, mientras en otra mesa un profesional termina un proyecto en su computadora personal y, en otra de más allá, una mujer o un hombre de cualquier edad está encantado leyendo un libro de la literatura latinoamericana.
El autor, neurobiólogo, es director de los institutos de Neurociencias y de Neurología Cognitiva de la Universidad Favaloro
© La Nación.

En: http://www.lanacion.com.ar/1404942-internet-no-debilita-la-memoria
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