18/11/2012

Promoción de la lectura desde la biblioteca


Nivel Educativo: 7º grado del Nivel Primario
Área o Materia: Biblioteca
Tema: Promoción de la lectura
Objetivos:
  • Contribuir al fortalecimiento de los hábitos de lectura a través de la utilización de cuentos en formatos alternativos al libro.
  • Permitir la interacción de los alumnos con diferentes tipos de textos en formato audiovisual.
  • Desarrollar la interpretación y criticidad frente a los materiales audiovisuales para favorecer y descubrir el placer de la lectura en otros soportes.
  • Utilizar la lectura como fuente de información, disfrute y riqueza personal.
  • Promover el establecimiento de conexiones entre el texto, la imagen y sus experiencias cotidianas a través de las lecturas y de sus propias producciones.
Contenidos:
La lectura en diferentes soportes y escenarios. El cuento. Relato narrativo. La historieta.
Actividades que se desarrollarán durante la clase:
  • Presentación del video.
  • Anticipación de ideas a partir del enunciado del título del video y del autor del cuento.
  • Realizar un análisis denotativo del recurso presentado.
  • Clasificar el cuento de acuerdo al género literario al cual pertenece. Describir las características fundamentales del género.
  • Reconocer a los protagonistas y a los personajes secundarios del cuento. Ambiente, escenario.
  • Abordar las imágenes, observarlas con detenimiento, analizarlas, reflexionar sobre el video, organizar la información. Renarración.
  • Completar en grupos la ficha adaptada de Catalogación y evaluación de videos de Pere Marqués.
  • Producir un nuevo texto: historieta. Pasar de la imagen en movimiento (cadena de secuencia de imágenes) para pasar a la imagen fija puesta también en secuencia como lo es la historieta.

Breve justificación del uso del material audiovisual seleccionado:
La biblioteca ofrece múltiples posibilidades para coordinar acciones encaminadas al fomento de la lectura y a la generación de ambientes lectores en la escuela. Contribuye a la formación de lectores ya que en ella se podrá hallar variedad de géneros y soportes, ofreciendo diversidad de obras literarias y documentos para investigar. Es sabido que la lectura moviliza en los lectores una serie de sentimientos, de recuerdos y que también ayuda a la organización de conocimientos, al trabajo intelectual y en este caso a la interpretación y lectura de imágenes. Es interesante realizar una mixtura entre texto leído y texto mirado… y el bibliotecario es uno de los tantos mediadores calificados para esto. Se puede abrir la puerta hacia el mundo de la lectura desde cualquier ámbito tanto desde la imagen como de la escritura, buscando las estrategias pertinentes para que los alumnos ingresen al mundo de las palabras y de la lectura.
La apertura a nuevos formatos de lectura es favorable, pero para ello es necesario tener a mano instrumentos de abordajes adecuados que funcionen como potenciadoras del mensaje de la obra impresa y como vías de acceso a los libros. Hay que reconocer que un texto existe porque existe un lector para conferirle significado.
FICHA DE CATALOGACIÓN Y EVALUACIÓN DE VÍDEOS
Pere Marquès-2001
Título
(+ versión, idiomas)

Autores/Productores:
del guión y de la realización (+ e-mail)

Colección/Editorial:
(+ año, lugar, web)

Temática:
(área, materia)
Contenidos que se tratan:
(hechos, conceptos, principios, procedimientos, actitudes)
Destinatarios:
(etapa educativa, edad, conocimientos previos, otras características )
(subrayar uno o más de cada apartado)
TIPOLOGÍA: DOCUMENTAL - NARRATIVO- LECCIÓN- MOTIVADOR-


Breve descripción de de las secuencias del vídeo:
Valores que potencia o presenta (Análisis connotativo):


Bibliografía:
  • Argentina. Ministerio de Educación. Núcleos de Aprendizajes Prioritarios Lengua 3º ciclo EGB. Buenos Aires : Ministerio, 2006.
  • Santa Fe. Ministerio de Educación. Diseño Curricular Jurisdiccional 3º ciclo EGB Lengua. Santa Fe : Ministerio, 1997.
  • Marquès Graells, Pere. Ficha de catalogación y evaluación de videos. En: http://www.peremarques.net/videoav2.htm


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11/09/2012

¡Feliz día del maestro!


"La superioridad del maestro, no lo olvidemos, es conseguida por la entrega total hacia el niño, sabiduría de comprensión, de sinceridad, de buenos compañeros, combatiendo el egoísmo dentro y fuera de la escuela... No se puede ser feliz con egoísmo en el corazón. Se enseña viviendo". 
                                           Olga Cossettini
 




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27/08/2012

Los fantásticos libros voladores del Sr. Morris Lessmore

http://www.youtube.com/watch?v=bvidAlVUra4

Inspirado en el Huracán Katrina, Buster Keaton, el Mago de Oz y una pasión por los libros, "Los fantásticos libros voladores del Sr. Morris Lessmore" de William Joyce es un entretenido corto sobre los poderes curativos de las historias.
Ganador en el 2012 del Oscar al Mejor Corto Animado.

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20/08/2012

La Editora Nacional Braille, sin gas, sin baños y sin libros

    La editora pública para ciegos no transcribe un solo libro desde 2009. Sus oficinas y salas están casi destruidas. Y además, la mayor parte de sus empleados está de licencia y no permiten el acceso a sus 4 mil títulos impresos y mil grabados en audio.

POR Guido Carelli Lynch - gcarelli@clarin.com


Alguna vez fue la imprenta para ciegos y discapacitados visuales más importante de América latina. Hoy es un edificio semivacío, sin electricidad, sin baños, sin gas, ni calefacción. La mayoría de sus empleados –entre 50 y 60, en total– está de licencia, sufrió mudanzas intempestivas, y hay desmentidas y acusaciones cruzadas alrededor de una editora que no imprime libros desde hace tres años. En el medio, por supuesto, los usuarios, por los que nadie responde.
Ese panorama desolador es el que rodea a la Editora Nacional Braille y Libro Parlante, que depende de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Es la encargada natural de proveer materiales de estudio para decenas de escuelas especiales en todo el territorio argentino, pero hoy está cerrada al público.
La Editora producía, diseñaba, diagramaba y suministraba material educativo impreso en relieve sobre papel, sobre mapas o gráficos diversos, hecho con equipamientos especiales. Libro Parlante se ocupaba del registro oral, digitalización y clasificación de textos ya no sólo educativos, sino del amplio espectro literario tanto en cassettes, como en discos compactos. Todo eso está detenido, igual que el servicio para grabar, a pedido de cualquier usuario no vidente, material específico necesario para exámenes, cuyo contenido no formaba parte del catálogo de publicaciones. Pero no todo es literatura y educación “Si estuviéramos hablando de una Editora Nacional Braille en serio no hablaríamos solamente de libros. Estaríamos hablando de empaques médicos, de fechas de vencimiento, de entradas al cine en braille”, explica José Viera, presidente de la Federación Argentina de Instituciones de Ciegos y Amblíopes (FAICA).
Las obras para reacondicionar la sede en Hipólito Yrigoyen 2850, en el barrio de Once, comenzaron en junio de 2011 pero nunca terminaron. Los problemas, sin embargo, empezaron mucho antes. En 2002 una nota de Clarín denunció el abandono de la institución y del edificio. La Editora Nacional Braille, la Biblioteca Julián Baquero y la de Libro Parlante que allí funcionaban, se mudaron al edificio de Juncal 851, del Ministerio de Relaciones Exteriores. En 2011, la Cancillería reclamó el inmueble. Antes, en 2009, se abrió un expediente para mudar la editora a Lomas de Zamora, que los empleados resistieron con éxito. En octubre dejaron de atender al público para embalar y volver al edificio de Yrigoyen, que ahora debían compartir con oficinas de la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN), que los representa. Al volver, se encontraron con que el lugar estaba en iguales o peores condiciones que antes de su partida, hace ya diez años. Por eso, la mayoría de los empleados no trabaja desde enero, cuando comenzó la mudanza que terminó en marzo. Nunca se hizo un inventario. Los empleados que en 2002 se quedaron en Yrigoyen dejaron de trabajar en junio del año pasado.
Pero ese mismo edificio tiene otros espacios remodelados y en plena actividad , como el que ocupa desde este año un archivo de Relevamiento del Instituto de Menores de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia. UPCN tiene oficinas y organiza ciclos y seminarios. El edificio lindero, también propiedad de la Secretaría, está tomado desde hace años por familias, y colgado del servicio de Aguas Argentinas de la editora.
En Argentina hay 317.000 discapacitados visuales según la Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad que arrojó el Censo de 2001 (la de 2010 no se ha hecho). Sólo el 15% de las personas con discapacidad visual que leen emplean el sistema Braille; el resto escucha libros y unos pocos usan sistemas digitales táctiles. El sitio en Internet de la Editora Nacional Braille y Biblioteca Parlante (http://editorabraille.com.ar), con índice pero sin contenidos ni información alguna, es la mejor imagen de lo que la Editora puede ofrecerles. Eso, a pesar de los 4 mil volúmenes de la Biblioteca de Braille Julián Baquero y los más de mil que atesora la Biblioteca Parlante.
Nosotros tenemos una preocupación común: volver a trabajar y que la Editora vuelva a funcionar . Estamos luchando por nuestros puestos de trabajo y por el derecho de los usuarios”, asegura David Morales, uno de los trabajadores de la Editora, ciego, como la mayoría de ellos. Lamenta que se les haya perdido el rastro a materiales de estudio para primaria, secundaria, terciarios y de música. Morales trabaja allí desde 1987 y es uno de los pocos que se anima a dar su nombre y apellido. “No hay una fecha determinada de regreso del personal y es lo más preocupante. Nadie da la cara”.
Las escuelas especiales son las que más sufren el parate.
Las que pueden recurren a sus propias impresoras –de capacidad mucho más acotada–, y las que no, pagan a instituciones privadas.
“El primer problema que tiene la Editora es que está en un ministerio que no corresponde, como el de Acción Social, a cargo de Alicia Kirchner. Tendría que pertenecer a la secretaría de Cultura o al ministerio de Educación”, dice otro trabajador que prefiere resguardarse en el anonimato. “De ahí surgen miles de problemas. Hay funcionarios con antecedentes laborales en hogares. La Editora no es un hogar. Los ciegos no tenemos que estar asistidos”, insiste.
La falta de materiales para impresión e infraestructura ha sido una dificultad constante en los últimos años. El Rotary Club donó cabinas de grabación y computadoras. “Siempre hubo problemas de presupuesto para la Editora”, insiste otro trabajador.
En 2009, último año en que la Editora catalogó un libro “nuevo”, la FAICA, que había firmado con la Secretaría un acuerdo de asistencia técnica para refuncionalizar la Editora, reclamó que se incorporara un director ciego, tal como marcaba la tradición de la institución. El reclamo nunca prosperó y los actuales coordinadores Estela Venere y Guillermo Fotía, ejercen sus cargos por decreto, no por concurso. Ninguno de los dos es especialista en edición tradicional o de Braille.
“Lo principal es la falta de prestación de un servicio que el Estado debe garantizar. Desde marzo de 2009 la Editora no ha producido ni un material accesible, en audio o braille. Creemos que tiene que estar conducida por una persona con idoneidad pero con discapacidad visual. Hubo promesas, pero la Editora sigue a cargo de personas que no tienen idoneidad ni discapacidad, y esto también es una fuente laboral para las personas con discapacidad”, dice el presidente de la FAICA. “Se está violando un derecho fundamental, como el acceso a la educación, al esparcimiento, a la literatura, a la información”, agrega.
Desde la Secretaría confirmaron a varios de los empleados que las obras ya estaban concluidas, pero los servicios básicos siguen sin conectarse.
Clarín pidió una entrevista formal con el subsecretario de Desarrollo Institucional e Integración Federal Claudio Franchello –responsable político de la Editora– pero hasta el cierre de esta edición no obtuvo respuesta. Tampoco autorizó al coordinador Guillermo Fotía a brindar una explicación oficial sobre el estado y el funcionamiento de la institución, La Editora, en tanto, sigue paralizada. La diputada nacional por Tucumán, Miriam Gallardo, del Frente para la Victoria, presentó en marzo al Congreso un proyecto de ley para que Aerolíneas Argentinas imprimiera el instructivo de seguridad para pasajeros en Braille. La Editora Nacional se haría cargo. La empresa finalmente elaboró el instructivo sin necesidad de la ley: recurrió a una imprenta privada.
Ojalá que esta capacidad de reacción sea símbolo de lo que nuestro país necesita en este momento”, se entusiasmó en 2002 el antiguo director de la Editora Hugo García Garcilazo con la mudanza a Juncal consumada. A juzgar por los hechos, las autoridades y el estado argentino consideraron que los ciegos no necesitaban del país.

En: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/editorial-nacional-ciegos-banos-libros-braille-Franchello_0_758324352.html

03/07/2012

Ray Bradbury: Adiós al más marciano de los escritores de la Tierra

 Por Federico Kukso. ESPECIAL PARA CLARIN

El autor de “Fahrenheit 451” murió en Los Angeles, a los 91 años. Hizo de la ciencia ficción un espejo donde ver la sociedad.


07/06/12 - 02:07
Y un día Ray Bradbury murió. El legendario escritor de ciencia ficción que deseaba vivir para siempre, el fanático de los trenes y Moby Dick, el fóbico a los e-books y los aviones, el Quijote de las bibliotecas, el ser humano más marciano falleció ayer a la mañana en la ciudad de Los Angeles, Estados Unidos, a los 91 años, según confirmaron su agente Michael Congdon, su biógrafo Sam Weller y Danny Karapetian, uno de sus ocho nietos, quien no resistió la tentación y escribió en Twitter: “fue el chico más grande que conocí”.

Su biografía dice que nació en Waukegan, Illinois, en 1920. Pero como pocos autores, Bradbury fue un hombre sin tiempo. Su obra –que torció el imaginario del siglo XX– lo certifica: después de debutar a los 18 años en un fanzine llamado Futuria Fantasia, visitó una sociedad hipertecnológica donde los bomberos queman libros (Fahrenheit 451, 1953), acompañó durante el verano a un chico de 12 años llamado Douglas Spaulding (El vino del estío, 1957), pegó varios saltos temporales (El hombre ilustrado, 1951), explicó poéticamente uno de los caballitos de batalla de la teoría del caos, el efecto mariposa, en su cuento El Sonido del Trueno (1953) –homenajeado por Los Simpson– e inspiró a varias generaciones de astronautas con sus relatos espaciales y sus Crónicas Marcianas (1950).

Así como no se puede comprender la Inglaterra de la revolución industrial sin Charles Dickens, no se puede concebir la exploración espacial sin Bradbury, su gran poeta, que con sus moralejas y visión esperanzadora de la especie humana guió el camino a las estrellas. “Nuestra genética nos impulsa hacia arriba, nos eleva hacia afuera –decía–. No podemos resistirnos al impulso de dejar una pisada en Marte”.

Decir que Bradbury fue sólo un escritor de ciencia ficción es decir tan poco como que Shakespeare escribía en inglés. No hubo género que pudiera contener su imaginación. Además de su obsesión por el futuro, escribió relatos de horror, humor, misterio, ensayos sobre su arte favorito (Zen en el arte de escribir) y obras de teatro.

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ayer tuvo palabras para él. “Su don para contar historias ha remodelado nuestra cultura y ha ampliado nuestro mundo”, dijo en un comunicado. Y subrayó que Bradbury entendió que la imaginación “se podía utilizar como una herramienta para mejorar la comprensión, como “un vehículo para el cambio”.

Como sus colegas y amigos Sturgeon, Heinlein, Clarke, Asimov, Le Guin y compañía, Ray Bradbury –con cuyo nombre se bautizó un asteroide y que pidió que sus cenizas sean esparcidas en Marte– introdujo la ciencia ficción al torrente sanguíneo de la literatura universal. Demostró que no era un género pasatista e ingenuo sino un campo de juego para la imaginación, el espejo distorsionado donde la sociedad podía ver reflejada sus horrores. Más de ocho millones de copias de sus libros fueron vendidas. Cada una fue una nave espacial, una máquina para viajar en el tiempo.

Los premios literarios le fueron esquivos. Nunca ganó el Nobel ni el Pulitzer, aunque recibió una mención especial de este último en 2007, tras sobrevivir a dos derrames cerebrales, perder la visibilidad de un ojo y volverse casi sordo.

Aún así, Bradbury nunca tiró la toalla. En los últimos años, se las ingenió para asistir a cuanta convención de ciencia ficción o feria del libro lo invitaran, donde pataleaba contra sus enemigos íntimos: los libros electrónicos, las computadoras e Internet. De los primeros decía: “Hay sólo dos cosas con las que uno se puede acostar: una persona y un libro”. Aunque también recomendaba: “Consíganse una vida. Entren a una biblioteca de verdad, naden en el acuario del tiempo, toquen los libros, abran los libros, huelan los libros. Llamen a su gato para ayudarlos a matar el mouse de su notebook. Apaguen todo”.

Detractor de la educación formal y lector de Pie, Julio Verne, Edgar Rice Burroughs, Thomas Wolfe y Ernest Hemingway, un autor como él no podría haberse ido de otro modo: con el tránsito de Venus frente al Sol aún presente en la retina de millones de personas que crecieron con sus palabras y sus sueños.

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26/06/2012

Alicia Steimberg: adiós al humor y la melancolía de una judía porteña

 Por Guido Carelli Lynch

Su libros recuperan la tradición judía y lo autobiográfico. Sus talleres eran famosos.


18/06/12
Ayer, a las 10.30, como todos los domingos, la escritora Alicia Steimberg iba a encontrarse con su amiga y colega Ana María Shua en Las Violetas, la confitería clásica del barrio de Almagro. Así se lo confirmó por e–mail el sábado, a las 15, dos horas antes de que una descompensación cardíaca la invadiera durante un té con amigas. Steimberg murió poco después de ingresar al Hospital Italiano. Tenía 78 años.
Nació en Buenos Aires en 1933 y dedicó toda su vida a la literatura, escribiendo libros, formando colegas en sus talleres, traduciendo o durante su paso por la dirección del Libro de la secretaría de Cultura, entre 1995 y 1997.
En 1971 publicó el primero de sus 14 libros y el más recordado de todos: Músicos y relojeros , finalista de varios premios internacionales. En 1973 escribió La loca 101 y el mismo año ganó el Satiricón de Oro. “Para mí fue el encuentro con un modo de decir muy diferente al que estaba acostumbrado –tenía algo muy extranjero y a la vez muy argentino– con registros del humor coloquial, cierta locura, algo muy revelador, fresco e interesante”, la evocaba ayer Guillermo Martínez. El autor de Crímenes imperceptibles recordaba agradecido los consejos que Steimberg le regaló en sus inicios; no fue el único beneficiado. La rosarina Patricia Suárez –Premio Clarín de Novela– no olvida sus enseñanzas simples pero reveladoras. “Era como una Madre Coraje de la literatura. ´Primero hay que saber escribir bien´, decía. Era una mercera judía de la literatura”, relata Suárez, que una vez le preguntó cómo hizo para escribir su novela erótica Amatista (1989), que le valió una mención en el premio La Sonrisa Vertical, de la editorial Tusquets. Steimberg le enseñó cajones, con cientos de páginas viejas y le reveló un secreto simple, sencillo, genial: “Hay que guardar todo lo que uno escribe, porque un día lo escribís de otra manera”. En Aprender a escribir (2004) enseña algunas claves.
Shua, que escribió con Steimberg Antología del amor apasionado , recuerda que a su amiga le gustaba “irse por las ramas”, la asociación libre. “Por eso era tan original su escritura. No sabía qué vericuetos iba a elegir para contarte lo que te quería contar. Era una escritura de 24 horas sobre 24, todo el tiempo estaba inventando y creando”, dice Shua. Pero no lo aconsejaba. En 2004, en una entrevista con Clarín , dejó una advertencia para los jóvenes autores: “no sean escritores las 24 horas del día. Eso vuelve loco a cualquiera”. Tenía fe en el divague.
También se servía de lo autobiográfico, algo que también aparece en Músicos y relojeros . Esas eran, de hecho, las profesiones de sus antepasados judíos. El psiconálisis, la tradición judía y el terror se mezclan en sus historias.
Ganó una beca Fullbright en 1983 y el Premio Planeta del Sur (1992), entre otros. Hoy, sus restos serán velados, a partir de las 7 en Córdoba 3677. Quedan sus libros, sus enseñanzas, tres hijos, y un sinnúmero de autores que aprendieron a escribir con ella, en sus talleres o leyéndola.

En: http://www.clarin.com/sociedad/Alicia-Steimberg-melancolia-judia-portena_0_721127956.html
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30/05/2012

Miguel de Unamuno

¿PRETENDES DESENTRAÑAR LAS COSAS...?





¿Pretendes desentrañar
las cosas? Pues desentraña
las palabras, que el nombrar
es del existir la entraña.
Hemos construido el sueño
del mundo, la creación
con dichos; sea tu empeño
rehacer la construcción.
Si aciertas a Dios a darle
su nombre propio, le harás
Dios de veras, y al crearle
tú mismo te crearás.
La lección te pongo en verso
por sujetar su osamenta,
que el hueso del universo.
sobre compás se sustenta.



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26/05/2012

Un día en la vida de Galeano


Por Jorge Fernández Díaz | LA NACION

El hombre que sueña prodigios tiene sueños insignificantes en la cama. Pero su mujer entra en la noche como en el cine, y a primera hora, mientras desayunan café con leche y jugos y frutas, Helena lo humilla contándole las peripecias que ha vivido con los ojos cerrados. La compañera de Galeano soñó una vez que los dos hacían una larga cola, en un aeropuerto irreconocible, y que todos los pasajeros llevaban sus almohadas bajo el brazo. Había una máquina que escaneaba las almohadas para descubrir si los ciudadanos habían tenido sueños peligrosos. Eduardo y Helena permanecían en esa fila esperando su turno, temiendo que la detectora de sueños incorrectos hiciera sonar su chicharra y ellos tuvieran que pagar de algún modo por esos pecados nocturnos. Eduardo, por supuesto, anota esos cuentos; ella sueña obras maestras.
Desde hace mucho tiempo, Galeano y su mujer han decidido eliminar de su dieta diaria el almuerzo. Les cortaba el día, y el escritor se sentía embotado: parecía una boa que se había comido una vaca, y entonces vagaba por las horas arrastrando los pies, hecho un zombi. Es por eso que en su casa de Malvín se desayuna de manera opípara y se cena fuerte y caliente. En el medio, sólo algunos bocadillos, ciertos cafés al paso y poco más. Pero ese desayuno es uno de los grandes momentos de dicha, no sólo porque Helena narra sus sueños de Paramount, sino también porque ella posee una voracidad sin límites por las noticias. Galeano es inmune al diario, y apenas utiliza la televisión para ver fútbol. Pero Helena es diarómana y radiómana, está hiperinformada, y le gusta leerle a su marido notas que le producen alegría o indignación, y contarle cosas que ha escuchado en la radio o que ha visto en la pantalla. Desayunando con los Galeano es un programa abierto al mundo.
Escribe sólo cuando le pica la mano. Es la mano la que decide, él no le puede dar órdenes
Luego el escritor comienza su trabajo. Que no tiene horarios ni rutinas fijas. Escribe sólo cuando le pica la mano. Es la mano la que decide, él no le puede dar órdenes. Esa extraña debilidad proviene de un día remoto, en un bar cubano, cuando Galeano apreciaba las maravillas que un negro genial le sacaba a su tambor. Eduardo se le acercó en un momento de la velada y le preguntó cuál era su secreto. El negro le respondió: "Yo sólo toco cuando me pica la mano". Se sintió representado Galeano por ese capricho artístico. Si no escribe con esa "picazón", todo lo que surge es un poco ortopédico. Si se obliga no sale nada verdadero, porque es a contracorazón. En cambio, cuando le pica la mano todo fluye.
Su método es absolutamente original. Para que las ideas y las historias no se las lleve el viento, escribe en una libretita de dos centímetros por tres. Una miniatura que pesa como una pluma y entra en un puño cerrado: allí Galeano garabatea escrupulosamente citas, referencias, ocurrencias, datos y oraciones. Esas miniaturas sólo se consiguen en Florencia y en Venecia, aunque últimamente una lectora argentina las está fabricando especialmente para su héroe literario. La levedad de esas libretas pigmeas le permite a Eduardo cargarlas en un bolsillo del pantalón y perderlas con cierta facilidad. Abriendo al azar una de ellas hay en una hoja diminuta, escrita con letra precisa pero pequeña, un consejo que Maradona le dio a Messi hace dos años. Diego se refería al arte de los tiros libres. Le decía a Lionel: "No le saqués tan rápido el pie a la pelota porque así ella no sabe lo que vos querés". Una recomendación metafísica.
Más adelante, en la misma libreta, Galeano anota una frase de su nieta de cinco años. Se llama Lila y resume en esa corta línea el gran problema existencial del hombre moderno. Dice Lila, anota su abuelo: "Yo siempre quiero estar donde no estoy".
Galeano es un recolector, busca todo el tiempo en la vida y en los libros mariposas milagrosas, pretende lo imposible: que el gas de la creatividad humana no se ventee, que en su red queden atrapadas las pepitas de oro de la memoria del hombre, que no se pierdan en el río caudaloso de la existencia las enseñanzas del mundo y la memoria. Es una tarea agotadora, incesante, de algún modo enciclopédica, y es por eso que sus libros son un libro único y siempre distinto, una larga miscelánea, una serie de cajones de objetos preciosos que se enhebran de un modo enigmático.
Eduardo recorta diarios, subraya libros, navega por Internet. Puede pasarse diez horas en una biblioteca. Cuenta con una red de amigos que le acercan diamantes literarios. También compra volúmenes usados en la feria de Tristán Narvaja, ese fabuloso mercado de pulgas donde se pueden encontrar desde incunables hasta dentaduras.
Recorta diarios, subraya libros, navega por Internet. Puede pasarse diez horas en una biblioteca. Cuenta con una red de amigos que le acercan diamantes literarios. También compra volúmenes usados en la feria de Tristán Narvaja
Muchas veces busca, pero muchas más encuentra involuntariamente, perlas de la vida. Como cuando descubrió en un documento de 1912 un suceso desconocido de 1701. Lo rescató y allí está impreso en el segundo volumen de su obra crucial Memoria del fuego. Dice textualmente: "Los indios chiriguanos, del pueblo guaraní, navegaron el río Pilcomayo, hace años o siglos, y llegaron hasta la frontera del imperio de los incas. Aquí se quedaron, ante las primeras alturas de los Andes, en espera de la tierra sin mal y sin muerte. Aquí cantan y bailan los perseguidores del paraíso. Los chiriguanos no conocían el papel. Descubren el papel, la palabra impresa, cuando los frailes franciscanos de Chuquisaca aparecen en esta comarca, después de mucho andar, trayendo libros sagrados en las alforjas. Como no conocían el papel, ni sabían que lo necesitaban, los indios no tenían ninguna palabra para llamarlo. Hoy le ponen por nombre piel de Dios, porque el papel sirve para enviar mensajes a los amigos que están lejos".
A Eduardo le da mucho placer escribir, y también mucho trabajo. Tiene un sillón cómodo en casa donde traslada las anotaciones de sus libretas a cuadernos. Usa dos lapiceras, una roja y otra negra. Y después de mucha resistencia, añadió últimamente una computadora para la versión final. Puede pasarse una mañana entera con una frase. Guarda siempre sus cuadernos porque la tinta negra muestra la primera intención, y la roja las correcciones y los agregados. Esos cuadernos son como mapas de la búsqueda del tesoro. El tesoro es la palabra escondida. La palabra exacta.
Más tarde Galeano sale de casa y se dirige al centro o a Carrasco. Camina tres horas. Y ese ejercicio le resulta fundamental. Se considera, ante todo, un caminante. Dice que mientras camina las palabras le caminan por dentro. Que es un caminante caminado. Y que tiene suerte de vivir en Montevideo, porque eso le ahorra una fortuna en psicoanálisis. Galeano camina escribiendo, se detiene de tanto en tanto, anota algo en su libreta, y sigue a paso vivo. La gente lo saluda pero no lo molesta. Sabe o intuye que ese tipo anda metido en sus cosas y que tal vez esté un poco loco. Todos los artistas verdaderos lo están.
Dice que mientras camina las palabras le caminan por dentro. Que es un caminante caminado. Y que tiene suerte de vivir en Montevideo, porque eso le ahorra una fortuna en psicoanálisis
En algún punto de esa caminata el cazador de palabras recala, indefectiblemente, en el Café Brasilero, su segundo hogar. Ese templo es ya una leyenda literaria de Iberoamérica. Eduardo Galeano prácticamente no tuvo educación formal: sólo hizo la primaria y un año de la secundaria. Se formó en los cafés de Montevideo, donde escuchaba a los grandes narradores orales. Esos narradores contaban mentiras que decían la verdad. Galeano las atesoraba y fue así como escuchando aprendió a decir. Antes había tiempo para perder el tiempo. La vida moderna mató el arte de la conversación, que ya no es rentable para los bares ni para los seres humanos.
El autodidacta se ha convertido en uno de los escritores más populares de América Latina. Y además, viaja muy seguido a España, Italia y Francia, donde sus libros son un fenómeno editorial. También enseña en universidades norteamericanas. "¿Cómo puede ser que un progresista, un antiimperialista visceral, tenga tanto éxito en Estados Unidos?", se preguntan despectivamente algunos de sus críticos de izquierda y de derecha. Eso le hace mucha gracia a Galeano, que cita a Ambrose Bierce: "Quien no tiene enemigos no merece tener amigos". Pero lo cierto es que tardó mucho en poder entrar en el gran país del norte. Y admite que él mismo tuvo la culpa, puesto que cuando rondaba los 17 años pidió la visa y le dieron un formulario para llenar. Galeano creyó sinceramente que se trataba de un test de inteligencia. A la pregunta "¿Se prepone asesinar al presidente de Estados Unidos?", el adolescente respondió: "Sí". Eso lo dejó fuera del turismo y de los ambientes académicos estadounidenses, donde ahora está tan a gusto.
De regreso de cualquiera de esos viajes, lo espera la ceremonia del Brasilero, donde lee, escribe y se reencuentra con amigos. Galeano cultiva la amistad con ignotos y famosos. Es amigo desde hace muchos años de Serrat. Hace unos años, Eduardo le dijo a Joan: "Vos no podés seguir así, lo tuyo es grave. Vos no conocés el fainá". Esa delicia es femenina en Buenos Aires y masculina en Montevideo. Pero hay pocos lugares en el mundo donde no se la conoce. En Italia, de donde proviene, casi nadie sabe de su existencia, salvo quizás en algunos lugares de Génova. Serrat seguía igualmente remiso; a Galeano el asunto le parecía de extrema urgencia. Lo llevó hasta el bar Los Olímpicos, otro santuario popular de la gastronomía, y la fantasmal aparición de semejante celebridad armó un gran revuelo entre los parroquianos. El fainá era lo que Galeano más extrañaba en sus exilios. Pero Joan Manuel parecía inapetente. Hasta que comenzó a comer y a comer, y entonces no podía parar.
Helena es una excelente cocinera. Espera a su compañero al regreso de cada extenuante caminata con la cena prometida y con vino. Se conocieron en 1976. Ella es tucumana y estudió abogacía, aunque nunca ejerce. Escapando de las dictaduras militares, marcharon juntos al exilio. En Brasil los recibieron Tom Jobim y Chico Buarque. Pero no había muchas oportunidades laborales y siguieron viaje hacia Berlín; después se afincaron en España. Y regresaron a Montevideo en 1985. Helena es editora en jefa de su obra, podría figurar tranquilamente como coautora. Libra batallas homéricas por la prosa de Galeano. "Nos peleamos por las palabras -admite-. Ella viene con el hacha y yo me resisto." Una vez Onetti le dijo a Eduardo: "Las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio". Para darle prestigio a esa frase, Onetti mentía que era un proverbio chino. Sin embargo, al final de las pulseadas que el hombre y la mujer tienen por un adjetivo o por una oración entera, Galeano se pregunta: "¿Esto es mejor que el silencio?". No. Y entonces lo elimina. El último libro, Los hijos de los días, fue escrito once veces, buscando un estilo cada vez más concentrado. Cortar, cortar y cortar. Rulfo supo también ser su amigo y hacerle cariñosas recomendaciones: "¿Ves, Eduardo? -le dijo un día señalándole un lápiz de dos extremos utilitarios-. Mira bien. No se escribe con esto (la punta) sino con esto (la goma de borrar)". Y es por eso que al final, Eduardo siempre le da la razón a Helena.
Se liberó del fanatismo, pero ahora es fanático de la estética. Y está seguro de que los hinchas furiosos no disfrutan del fútbol
Juntos lidiaron con esta nueva antología de sensibilidades. Les ordenó el caos y a la vez les impuso una cárcel, la estructura elegida: el calendario de un año completo. De cada día nace un texto, porque estamos hechos de átomos pero también de historias, dice el cazador de palabras. De nuevo es un arcón de joyas inesperadas y exquisitas. El 21 de junio, Galeano escribe "Todos somos tú", algo que traía la corriente y que su tamiz no dejó pasar de largo. "En el año 2001, resultó sorprendente el partido de fútbol entre Treviso y Génova. Un jugador del Treviso, Akeem Omolade, africano de Nigeria, recibía frecuentes silbidos y rugidos burlones y cantitos racistas en los estadios italianos. Pero en el día de hoy, hubo silencio. Los otros diez jugadores del Treviso jugaron el partido con las caras pintadas de negro".
El fútbol es una cultura, un universo vibrante que atraviesa la existencia y la literatura de Galeano. Parece extraño pensar que Eduardo se llegaba a pelear a trompadas en la cancha y que ahora ese mismo hombre, sin dejar de hinchar por el Nacional, es capaz de relativizar las camisetas y los colores y las identidades simplemente para gozar del buen juego, de esa magnífica danza con pelota. Se liberó del fanatismo, pero ahora es fanático de la estética. Y está seguro de que los hinchas furiosos no disfrutan del fútbol. Galeano disfruta muchísimo de "esa fiesta de las piernas que juegan y de los ojos que ven", y está muy atento siempre a sus relatores. A los ideólogos del fútbol. Acaba de anotar en su libretita la frase de uno de ellos, que elogia a un gran ejecutor de pelota parada: "Es un erudito en la definición".
El cazador es un erudito de la fluidez. Busca que sus libros tengan un arroyo subterráneo que lleve al lector de los prolegómenos a los epílogos. Un arroyo secreto. Se sirve de su larga experiencia, y mezcla en todo eso sus distintas vocaciones y oficios. Galeano es periodista y lector, pero también de algún modo historiador, memoralista y antropólogo a la hora de escribir. En Los hijos de los días hay muy poca ficción. La realidad contiene muchas realidades, pero sin la imaginación de Galeano no podría contarse. Sin esa imaginación que se afila caminando no se podría traducir la realidad. Es por eso que narra, no con el cartesianismo del ensayo, sino con la imaginación de la novela. Pero no inventa nada. Se aferra siempre a la realidad real, esa dama demente y cambiante y resbalosa.
Aunque su tarea, como se dijo, parece infinita, y sus libros son apenas capítulos de un libro mayor, Galeano se deprime al terminar. Siente los mismos síntomas de puerperio que cualquier novelista. A continuación, entra en pánico. Se acabó todo. No podré volver a escribir. Pero luego de esos malos presagios, un día de repente la realidad toca a la puerta. Y él la reconoce de inmediato y todo recomienza.
Si cualquiera le preguntara, a lo largo del día, de qué trata profundamente su obra, Galeano aceptaría de manera cortés que es la extensa autobiografía de un lector y de un recolector de signos. El intento del corazón por recuperar los fulgores del arcoíris terrestre. "Que es mejor que el celeste, tan mutilado por el machismo, el racismo, el militarismo y el oscurantismo -advierte-. Los seres humanos somos mucho mejor de lo que nos contaron que fuimos."
Pudo haber sido un escritor de Montevideo, pero avanzó hacia América Latina. Y después se abrió al mundo. "Las fronteras del mapa y del tiempo -dice- son enemigas de la libertad creativa. No importa de dónde venga la historia, la escribo si me pica la mano."
Luego de cenar y cambiar risas e informaciones, los Galeano salen a caminar otro rato y a hacer la digestión. Caminan en la noche mientras las ideas les caminan por dentro. Caminantes caminados que van rumbo a la cama y al sueño. A veces, leen un poco antes de dormirse. Y se duermen al final sobre sus almohadas de sueños incorrectos..



23/05/2012

El narrador omnipresente


La muerte de uno de los referentes del Boom conmocionó esta semana la escena literaria mundial. En estas páginas, el académico Julio Ortega analiza con lucidez el valor de su obra y el escritor Edmundo Paz Soldán vislumbra su legado.

POR JULIO ORTEGA





Se me hace cuento que Fuentes ha muerto y estoy dispuesto a probar lo contrario. Así como Borges demostró que somos hechura de lo que hemos leído, y Cortázar probó que si no podemos cambiar el mundo debemos cambiar la función de la lectura, Fuentes ha establecido, sospecho yo, que nunca dejaremos de leer lo que hemos leído; esto es, que uno lee de nuevo cada vez, como si el tiempo fuese una invención de la lectura.
Por eso confesó Fuentes que leía el Quijote cada año, porque en el calendario de la lectura el libro es siempre otro. De modo que leer es una forma de rehacer el tiempo y escribir es darle al tiempo otra oportunidad. Carlos Fuentes ha sido especialmente generoso con el tiempo: le ha dado varias vidas, míticas, apocalípticas, fantásticas, políticas, históricas y simétricas. En sus manos, el tiempo se hizo maleable, en proceso, transitivo, puro transcurso en la errancia de vivir.
Hace ya varios años leí en la revista argentina Crisis un cuento de Carlos Fuentes en el que una pantera, que ha huido del zoológico, se oculta en el departamento de un hombre. Me impresionó el trazo dinámico, ligeramente irónico, de ese fresco relato, a la vez mundano y pesadillesco. Cuando me encontré con Fuentes le dije lo mucho que me había intrigado su último cuento, “Pantera en jazz”. “Pero si ese es uno de los primeros cuentos que he escrito”, protestó, divertido. “Pantera en jazz” es un cuento que no llegó a entrar en Los días enmascarados , que es de 1954. La revista había omitido el año de su publicación, pero, ¿por qué pude leerlo como un cuento reciente? En la Casa de América, en Madrid, en un foro de escritores, teniendo al lado a Carlos Fuentes como testigo de descargo, conté esta historia, pero añadí una variante.
Escrito por el Fuentes joven, propuse, era evidente el estilo maduro, que maneja con sabiduría la dinámica cambiante de una prosa autoconsciente. En cambio, escrito por el Carlos Fuentes actual, qué audacia de relato surreal, qué libertad de juego, en una prosa que reproduce el ritmo del jazz. Fuentes, quise decir, acudiendo a la fábula de Pierre Menard, ha novelizado la lectura, porque es al leer que le damos sentido a un texto suyo; a tal punto, que adquiere la forma de nuestra lectura. Si Borges dramatiza la escritura como interpretación del lector que se apropia del texto, Fuentes convierte en ficción el acto mismo de leer, que ocurre como un desdoblamiento del tiempo, como la libertad de rehacerlo por placer.
Por eso, concluí, todo indica que Fuentes ha escrito de joven sus obras más maduras, articuladas y fehacientes; y lo ha hecho para poder escribir, de mayor, su obra más joven y audaz. Se podría, en consecuencia, postular la hipótesis de que la temporalidad narrativa de su obra no sigue la lógica de la cronología, y por lo mismo no se debe a una arqueología de su lectura; sino que es una narrativa cuyo tiempo discurre hacia adelante, buscando su comienzo no en el pasado sino en el futuro. Paradoja, en efecto, de este tiempo revertido, gestado por la fuerza novelesca de la temporalidad, cuyo eje de lectura decide el recomienzo constante de su producción narrativa. Fuentes es nuestro mayor explorador del tiempo como sobrevida, como exceso de los límites naturales, y como simetría pulcra y pulida del barroco mexicano, formalista y agonista.
Cristóbal Nonato (1988), por ejemplo, me pareció en más de un sentido su novela más joven, por más inventiva e irreverente. Incluso, es clara la ironía de que el hecho histórico fundador, el descubrimiento de América, fuese aquí reescrito desde el futuro, desde una suerte de ucronía o distopía, porque esta novela reescribe el pasado para demostrar su apocalíptica disolución futura. Si Joyce creyó que la Segunda Guerra Mundial se había declarado para interferir la lectura de su Finnegans Wake , se podría decir, en este humor paradójico, que el quinto centenario del descubrimiento de América sólo se podía celebrar como su desfundación radical. Así, en esta novela se trata del recomienzo de México como un des-cubrimiento, o develación futurística de su fragmentación, lo que ocurre en el lenguaje, y su desmontaje carnavalesco y a la vez trágico, de la pérdida del mundo conocido.
Y no en vano su libro más temporal, tan urgido de presente que se rehúsa a concluir, El naranjo (1993), sugiere en varios momentos un diálogo con los primeros libros del autor, como si esos libros se miraran por un instante en los nuevos relatos, y comprobaran, gracias a estos destiempos y entretiempos, que acaban de ser escritos. No es sino revelador, por lo mismo, que Fuentes haya llamado “La edad del tiempo” a la serie de su narrativa relanzada por la editorial Alfaguara; reordenamiento de “tiempos” narrativos, donde se incluye los libros que su autor aún no había escrito, como si fuesen ya parte del mapa tangible de su obra. Una obra, por lo demás, que más que una geografía, es una tiempo-grafía, donde discurre la tinta de la actualidad permanente de la letra.
Pero si esta obra no se ordena por la cronología de su escritura ni por la histórica que reescribe, es porque organiza otra temporalidad, hecha de anticipaciones y anacronismos, donde el tiempo de la fábula circula en su propio registro, consumando y consumiendo los escenarios de su energía inquieta y traza barroca. Precisamente, el orden es aquí el recomienzo, el proyecto de una lectura donde los textos se leen mutuamente, y donde todo acontece de nuevo bajo una nueva atención. El “tú” al que se dirige el Narrador de Aura es el joven historiador, pero también es el lector para siempre joven en el lenguaje que le abre las puertas del tiempo narrativo.
Pues bien, si leer a Fuentes es suspender la temporalidad (edad cíclica), es también recorrerla lúcidamente (edad histórica); y esto es así porque en la lectura pasamos de una orilla a otra, y desde un margen alcanzamos el siguiente. Es una obra, quiero decir, que adquiere imprevistas y renovadas resonancias en la relectura. Está hecha, se diría, para acrecentarse en la relectura. Y ya no es casual que releída hacia atrás nos revele sus anticipaciones como otro afincamiento en nuestra margen de presente. Fuentes escribe en el escenario de la lectura, del lenguaje procesado y transformado por el presente sin fondo de leer un texto dentro de otro, una conversación bajo otra: escenifica la letra y la voz de la cambiante verbalización del mundo, de su permanente invención. Por ello, hay una dimension única de lo real hablándonos desde estos libros suyos. Si García Márquez necesitó cien años para escribir, como si fuese leída en unas horas, su novela milagrosa; y si Joyce necesitó un día para probar la banalidad del bueno de Leopold Bloom, Carlos Fuentes ha necesitado, en cambio, los quinientos años (con la excepción de su novela, pre-histórica, dedicada a Numancia, y un cuento, futurístico, sobre Adan y Eva, dos robots enamorados) de nuestra edad histórica para su espectacular temporalidad narrativa. Por eso, releemos sus libros no sólo como si fuesen todos recientes, sino como si estuviésemos leyendo el pasado en el futuro, y a nosotros mismos en un relato siempre por venir. Fuentes, quiero proponer, le ha dado actualidad a nuestra historia, al recobrar sus voces como si fuesen de mañana.


El presente conquistado

La historia deja de ser cronológica y gana otra edad discursiva, la de nuestra historicidad. En contra de las versiones traumáticas de la experiencia latinoamericana (que aseguran que nuestro ser histórico está por hacerse, que nuestra identidad “dependiente” ha sido incautada por los poderes dominantes, que nuestra hechura psicológica nos condena a la repetición del pesimismo, y que la colonia es el modelo que nos repite), la obra de Fuentes nos reafirma en el presente reconquistado por la lectura; revelando no las fáciles síntesis ni los meros pluralismos, sino la realización y el drama de la mezcla, la alegría y el riesgo de la diferencia, la apuesta por nuestro espacio, mapa y hábitat hecho en las afirmaciones plurales y su energía inquisitiva, su poder crítico que desmonta los programas de control hegemónico y diversifica radicalmente la representación de la historicidad del presente. De allí que el sentido de lo histórico se de como su actualización, que no es sino la política de la imaginación del cambio y la radicalidad de lo nuevo. Como bien dice Anthony Giddens: “La historicidad puede ser definida como el uso del pasado para ayudar a dar forma al presente... (Es) el conocimiento del pasado como medio de romper con él... La historicidad, de hecho, nos orienta precisamente hacia el futuro.” Es el caso extraordinario de La muerte de Artemio Cruz (1962), escrita en el albor de la revolución cubana pero exactamente como su revés: los comienzos de la promesa revolucionaria son vistos desde el fin de la experiencia revolucionaria mexicana, y así los tiempos del comienzo se leen, se descifran, en los tiempos del fin.


Una estrategia propia

Si los relatos y novelas de Carlos Fuentes ocurren como distintas versiones de la temporalidad, esa exploración es una ampliación de la naturaleza de la fábula. La calidad fabularia y fabulosa de estos libros se hace patente en la diversidad de sus fórmulas, en el cambiante registro de sus representaciones, en el diverso protocolo de su lectura. Pero esa exploración temporal es también una textualidad compleja. Cada libro proyecta una estrategia narrativa propia, que no se puede repetir en otro relato, y que se consuma como la forma misma de la fabulación. Podemos, por lo mismo, proponer la hipótesis de que estas obras se cumplen como una de las instancias paradigmáticas del cambio literario. Por ello, la innovación las distingue. Innovar implica renovar, recomenzar, reformular. Por eso, su primera obra maestra, Aura (1962) es una novela breve gótica que ocurre en el futuro; su obra más señera, La muerte de Artemio Cruz (insólitamente del mismo año), es una novela crítica y política que distribuye en cada persona narrativa (tú, yo, él) un tiempo complementario, que es espacio de asedio, acción y memoria; su obra mayor, Terra Nostra (1975), es una monumental construcción mitopoética, que suma los tiempos y los funde; y Cristóbal Nonato (1987), su novela más libérrima, hace del Apocalipsis una refundación humorística.
Teóricamente, las poéticas del cambio se dan frente a y en contra de las poéticas de la normatividad, esto es, de los códigos y cánones que configuran, por un lado, el horizonte de la repetición como sistema de referencias letradas; y, por otro, la matriz discursiva, el archivo de modos del discurso, que definen un estilo, una productividad, una modulación generica. La repetición es necesariamente estructurante, porque corresponde a las normas, los rituales y protocolos de la continuidad. Mientras que el archivo discursivo corresponde a las formas de habla, a la dicción de un estilo, y es modélico. Por eso, luego de haberse privilegiado la noción de cambio y desautomatización bajo la influencia de las vanguardias y de los formalistas rusos, se pasó a favorecer las nociones estructurales que privilegiaron los levantamientos cartográficos del enunciado y el significante. Y, más recientemente, a la luz de los cambios suscitados por la crítica de los modos de producción tecnológica, y gracias a los nuevos movimientos sociales y políticos, que cuestionan el programa de la modernidad, se han privilegiado las articulaciones socio-culturales. Las opciones son hoy menos polares, más inclusivas, y también más independientes de aparatos que totalizan la lectura. De varios de esos modos asumidos por el proceso crítico de leer se ha beneficiado la obra de Fuentes en su contexto internacional. Y es así que ha sido leída como parte del realismo mágico, como adelantada del relato postmoderno, como iniciadora de la nueva novela histórica... El propio Fuentes ha puesto en práctica una rearticulación de orillas remotas y contrarias, en ese tratado de sumas hispanoamericanas que es El espejo enterrado (1992), uno de los adelantos de la perspectiva crítica transatlántica.
Por lo mismo, la idea de que las vanguardias habían terminado, y que vivíamos el fin de la experimentación (una idea favorecida por el escepticismo conservador y el pragmatismo del término medio liberal) ha sido contestada por las reapropiaciones formales del posmodernismo; especialmente por Jean-François Lyotard cuando afirma que “en las diversas invitaciones a suspender la experimentación artística, hay un mismo llamado al orden, al deseo de unidad, de identidad, de seguridad, o de popularidad... para esos escritores nada es más urgente que liquidar la herencia de las vanguardias”. Ese patrimonio de la novela contemporánea, consagrado por la obra de Carlos Fuentes, es hoy nuestra instrumentación narrativa, tan fresca como ayer, capaz de nutrir de vigor el proyecto de una nueva novela, ese permanente mito del presente en que esta obra nos ha educado a leer más de lo que leemos.
Si la obra de Fuentes es un paradigma del cambio no es porque siga el dictamen modernista de la búsqueda de la originalidad a ultranza, sino porque sus formulaciones exploran las aperturas del texto y amplían las funciones representacionales. Es revelador el hecho de que sus novelas más innovadoras son aquellas que trabajan sobre espacios socio-históricos más codificados; como si la fractura de la sintaxis narrativa, de las atribuciones del lenguaje mismo, fuera el instrumento más seguro para desbasar y cuestionar lo que pasa por lo real; por ello, esas novelas no son gratuitamente experimentales sino aplicadamente exploratorias. Es el caso de La región más transparente (1958), que socava una sociedad convencional que reproduce el fracaso; de La muerte de Artemio Cruz , cuya fragmentación y diversificación busca subvertir el edificio del poder corrupto, las articulaciones de la política y la economía en el monopolio del estado; y de Cristóbal Nonato , que imagina un fin del mundo mexicano donde las formas del poder autoritario son puestas en entredicho por la libertad jocosa del lenguaje permutante. Esto no quiere decir que la innovación sea instrumental, sino que contradice la saturación de los lenguajes, la usurpación de los sentidos. Tiene, así, implicancia política, y fuerza emancipatoria. Se puede adelantar la conclusión de que estas novelas son poderosos aparatos contra la Retórica: descubren tras las representaciones su carácter construido, los lugares que sostienen a los discursos, el interés y la banalidad de los poderes en control, y también la fuerza de revelación y contradicción que hay en la búsqueda de una verdad no por improbable menos urgida de hacerse lugar en los discursos.
Pero, aun si acontece fuera del orbe social, la innovación en sí misma posee la fuerza impugnadora del deseo. ¿Cómo se podría haber escrito Aura al mismo tiempo que La muerte de Artemio Cruz sino fuese porque ambas responden con el deseo a la tiranía de la muerte? En una carta a Fuentes, Cortázar se mostró sorprendido por la coincidencia de ambas novelas en el mismo año, pues las encontró, como son, demasidado distintas, y prefirió el carácter fantástico de la primera. Pero son también íntimamente próximas, como si se hubiesen puesto de acuerdo para asaltar los límites, en un caso, de la subjetividad del amor más allá de la muerte; y en el otro, de la representación del poder desde su disolución. Cambiar, así, es desear; es proyectar en el espacio del deseo la estrategia de una celebración reafirmativa a través del simulacro, el espectáculo y el diálogo, para recuperar con el puro flujo del arte la mutualidad de la cultura, sus magias imparciales y alegrías filiales. Le debemos, a él y a su obra, esa lección de integridad creativa; su fidelidad a la promesa, tan nuestra, de cambiar este mundo a partir de la próxima lectura.
Julio Ortega es ensayista y escritor peruano, profesor de estudios hispanoamericanos en la Universidad de Brown (Estados Unidos).

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