24/01/2012

Umberto Eco: los 80 años del hombre de la rosa

Combinó erudición y trama policial en “El nombre de la rosa”, un best seller mundial.

POR Julieta Roffo


Tal vez la primera señal haya sido nacer en un pueblo con un nombre tan bibliófilo como Alessandria, que quiere decir “Alejandría” en italiano. Quizás el presagio de un universo lleno de letras, como era la gran Biblioteca egipcia no haya sido una coincidencia en la vida de Umberto Eco, el filósofo, novelista y semiólogo que mañana cumplirá 80 años.

“Vivimos para los libros”, dice su primera y consagratoria novela, El nombre de la rosa, de 1980. Y aunque sus primeros pasos como autor los dio con una historieta artesanal inédita, antes de sumergirse en la ficción vino la ciencia. Eco estudió Filosofía y Letras en Turín e investigó a Santo Tomás de Aquino, que tal vez significó el nacimiento de una de sus pasiones, la Edad Media. 

Como semiólogo publicó numerosos libros, como el clásico Apocalípticos e integrados, de 1964, en el que indagó sobre la relación entre la cultura popular y los medios de comunicación, o su Tratado de semiótica general, de 1975. En ese tratado, explica el especialista Eliseo Verón –gestor de la primera visita de Eco al país, en 1970– “sistematizó el conocimiento que había del campo gracias a su trabajo tan ordenado; esa fue su gran contribución”. 

Oscar Steimberg, colega de Verón y de Eco, también subraya la importancia que el italiano tuvo para “organizar y dar a conocer el campo de estudio de la semiología en su conjunto”. Steimberg entiende que Eco “cumplió la función de producir teoría pero también de difundirla, y esa generosidad no siempre se da. Nunca eludió la polémica ni dio un tema por terminado, y su trabajo permitió a muchos iniciarse en la investigación”. 

Por fuera de la Academia, el autor también abre el juego a la discusión: la última vez fue en noviembre, cuando anticipó la dimisión del entonces premier italiano, Silvio Berlusconi. “Cuando se vaya, los problemas no van a desaparecer, pero al menos el país será más respetado en el extranjero”, dijo el autor.

Su literatura cobró protagonismo con El nombre de la rosa, donde hay un detalle que resuena en la Argentina. En la abadía donde transcurre la novela en 1327 hay un bibliotecario ciego llamado Jorge de Burgos. “Hay una suerte de homenaje a Borges, pero no porque haya llamado Burgos al bibliotecario. Al igual que los pintores del Renacimiento, que colocaban su retrato o el de sus amigos, yo puse el nombre de Borges, como el de tantos otros amigos”, le dijo Eco a Clarín en 1992. “La idea divirtió a Borges”, cuenta María Kodama, viuda del autor de Ficciones . “Le leí algunos capítulos y me dijo que en italiano debía ser un texto espléndido porque la traducción había sido muy buena”, recuerda, y define a Borges y a Eco como “hombres del Renacimiento, con un gran conocimiento y una curiosidad infatigable”.

La trama de El nombre..., que se tradujo a 47 idiomas y vendió más de 15 millones de ejemplares, mezcla lo policial con su interés por la filosófía medieval. Ese cruce de pesquisa y persecución se repite en El cementerio de Praga, de 2010, y es sin duda otro de los grandes intereses de Eco, quien estudió el método deductivo que Arthur Conan Doyle le inventó a su célebre Sherlock Holmes, y que es un reconocido fanático de James Bond.

Aunque las ventas de su primera novela fueron inalcanzables, las de El péndulo de Foucault –su segunda ficción, de 1988, definida por él como “ El Código Da Vinci de un hombre pensante”– también impactó: “En Argentina se vendieron 5 mil ejemplares en cuatro días… pero los editores no vimos un peso, se comió todo la hiperinflación”, recuerda Daniel Divinsky, de Ediciones De la Flor. Él fue, en sociedad con Lumen, quien trajo al país por primera vez un texto de Eco en los años setenta: fue Los 3 astronautas. “Su obra combina una dosis abundantísima de información en manos de un científico de la literatura, con una escritura muy atractiva”, explica Divinsky.

“Soy de los que piensan que a menudo el libro es más inteligente que su autor y que el lector puede hallar referencias que el escritor no había pensado”, dijo Eco alguna vez. Lo descubrió rodeado de libros, los que escribió y los que leyó durante ochenta años, desde que todo empezó en Alessandria.
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18/01/2012

Borges, la biblioteca popular que nació en un contenedor


Miércoles 23 de noviembre de 2011 | Publicado en edición impresa
Fomentar la lectura / Esfuerzo educativo con apoyo del Estado

Funciona en el barrio El Cóndor, de Bariloche, por iniciativa de maestros de la zona
Por Soledad Maradona  | Para LA NACION
Foto: LA NACION / Alfredo Leiva

La falta de recursos para construir un edificio de material o una cabaña de madera como son habituales en la zona cordillerana llevó a las docentes emprendedoras de la Biblioteca Popular Jorge Luis Borges a adaptar un contenedor marítimo, esos que cargan los barcos y que se pueden ver en las zonas portuarias.
La biblioteca, con más de 6000 ejemplares de textos para niños, pedagogía, narrativa, autores regionales y otras temáticas, está concentrada en un coqueto contenedor que tomó la forma de las viviendas del barrio El Cóndor, en el acceso este de Bariloche, con la instalación de un techo a dos aguas color verde y una importante tarea de aislamiento en las paredes para afrontar el invierno.
"Es lo que pudimos construir. El anhelo es tener un espacio para hacer talleres de lectura, pero ante la incertidumbre de la tierra no volvimos a impulsar el proyecto para obtener recursos", contó a LA NACION Lelia García, docente de la Escuela Primaria Nº 71 y presidenta de la biblioteca.
El contenedor tiene una prolija distribución de estanterías rebosantes de libros con el máximo aprovechamiento del reducido espacio, una mesa para recibir a tres chicos por vez y la computadora de la administración. No hay espacio para hacer talleres ni otra actividad grupal.
La ubicación no es casual. Ubicar la biblioteca en la plaza con una cesión de uso dada por la municipalidad permitió alentar el paso de los chicos que a veces juegan a la pelota y se les ocurre golpear la puerta para leer algún libro. En verano colocan sillas afuera para que alguna vecina se sume a la lectura mientras sus hijos juegan al aire libre.
"La biblioteca es una malla de contención social, instamos a que reconozcan el espacio como propio, a cuidarlo. Eso lo pudimos lograr cuando un grupo de chicos pintó con aerosol la puerta. Los buscamos, les explicamos que esto es para el barrio y después nos ayudaron a limpiar los grafitis", afirmó Lelia.

Difíciles comienzos

El Cóndor tiene mucha movilidad, vecinos que rotan porque alquilan, un barrio de trabajadores que comenzó décadas atrás con un plan de viviendas del Estado y que tiene pocos o casi ningún espacio para la contención de los chicos.
Frente a esta realidad, la profesora de geografía Alicia Cabrera comenzó a moverse en soledad, 8 años atrás, para crear una biblioteca al pensar que era una necesidad por la distancia de más de 3 kilómetros del centro y por la población en expansión hacia el Este.
Cabrera tocó puerta por puerta en el barrio para contar su proyecto y pedir la donación de libros. Así surgió la primera etapa de la biblioteca, que funcionó en una habitación de su casa durante casi 5 años hasta que, con la personería jurídica y el reconocimiento de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), se obtuvieron las tierras del espacio público.
La biblioteca funciona dos horas diarias con la atención voluntaria de las docentes de la comisión directiva. Tiene más de 100 socios, muchos de ellos vitalicios y que incluso no viven en el barrio. Cada año suma unos 400 libros, al usar el cupo de compra en la Feria del Libro y recursos dados por la Conabip.
Se prestan libros entre socios cuando no están en el stock y se creó un esquema para comprar libros escolares para ayudar a las familias numerosas, que tienen el compromiso de devolver el texto a la biblioteca para ser utilizado por otros chicos en los años siguientes.
Mientras reposa por problemas de salud, Alicia Cabrera comenzó a escribir la historia de la Biblioteca Popular Jorge Luis Borges. "Algún día, cuando se convierta en una institución grande, será valioso recordar el comienzo que tiene la biblioteca, vinculado con el sentir ciudadano", sintetizó Lelia García..




En: http://www.lanacion.com.ar/1425580-borges-la-biblioteca-popular-que-nacio-en-un-contenedor

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12/01/2012

Cassany y la escritura

“Los chicos escriben en Internet con ayuda de otras personas, se escriben entre ellos, se comentan, se responden. Cada vez más, la escritura es una cosa compartida, cooperativa”. Entrevista con Daniel Cassany





Daniel Cassany es Licenciado en Filología Catalana y ha ejercido la enseñanza en varios centros. Desde 1993 es profesor de Análisis del Discurso en Lengua Catalana de la Universidad Pompeu Fabra. Ha escrito libros y ensayos sobre comunicación escrita y didáctica de la Lengua y dirige, desde fines de 2004, el grupo de investigación denominado Literacidad crítica, que aspira a desarrollar recursos para enseñar a los ciudadanos a leer la ideología de los discursos.
Invitado por la Fundación El Libro, Daniel Cassany ha estado presente en las Jornadas para Docentes y Mediadores de Lectura de la 21º Feria del Libro Infantil y Juvenil de Buenos Aires. Allí, luego de su conferencia (1), mantuvimos esta conversación acerca de las prácticas de lectura y escritura y cómo la escuela y las nuevas tecnologías inciden sobre ellas.

—En tu libro Describir el escribir (2) planteabas que no hay secretos ni magia en la actividad de escribir. ¿Qué significa esto?
—Esa frase hay que contextualizarla en una época en que eran más conocidas las investigaciones sobre la lectura, pero todavía no se conocían mucho las investigaciones sobre la escritura. Entonces este concepto tenía que ver con desmitificar algunas cuestiones relacionadas con la escritura, como que debemos esperar a que llegue la inspiración o la idea de que hay personas que saben escribir y personas que no.

—Entonces, ¿todos podemos ser escritores?
—Una buena metáfora es la de conducir. Creo que casi todos podemos conducir un auto para vivir en el mundo actual, si necesitas ir de un lugar a otro de la ciudad puedes hacerlo. Pero si tú quieres correr un Rally o ser un piloto de Fórmula 1, eso ya es más difícil, porque seguramente necesitarás talento. Y el talento es una cosa más inaprensible, que muy probablemente en parte tenga algo de nacimiento y en parte algo de desarrollo. Todos tenemos la posibilidad de desarrollar mínimas capacidades para poder circular por la vida “motorizada” que nos ha tocado. En este sentido, leer y escribir sería igual: está claro que hay personas que tienen más talento para escribir y otras que tienen menos.

—¿Hay “recetas” para aprender a escribir?
Las hay. Sin embargo, las recetas te llevan a lugares comunes, son útiles para resolver el día a día, pero no son brillantes para encandilar a tu audiencia, para emocionarla o convencerla. Tampoco son malas las recetas… cuando tienes que escribir una cosa nueva que nunca antes has visto, lo primero que haces es buscar una receta. Pero luego aprendes a transgredirla y le das tu propio toque personal.

—También mencionabas que muchas de las supersticiones que giran en torno a la escritura, provienen de la enseñanza. ¿Te referías específicamente a la enseñanza en colegios secundarios?
—A toda la enseñanza… A hablar aprendemos de manera natural, entonces las ideas sobre el habla provienen más de la sociedad en general, de la familia, de los amigos, de la comunidad. Pero la escritura —por lo menos en nuestra cultura occidental— se desarrolla sobre todo en la escuela. No es así en otras culturas: por ejemplo en el mundo islámico, la escuela comparte el protagonismo con la mezquita, entonces la escritura está muy vinculada a la religión. Hay otras culturas como la de los eslavos, rusos y ucranianos donde es muy habitual que los niños aprendan a leer y escribir en sus casas. En Occidente esto no es tan común, aquí la mayoría de las ideas que tenemos de la escritura provienen de la escuela.

—¿Cómo debería ser entonces el rol del docente al enseñar a escribir?
—En este contexto debería tener que dejar de mirar la escritura como algo literario y verlo como algo mucho más funcional y necesario. No se trata de formar literatos sino formar ciudadanos letrados. El docente tiene que tratar la escritura de manera más científica.

—Retomando una idea que habías planteado en tu conferencia, ¿qué pasa cuando el profesor corrige un texto y se lo devuelve al alumno pero no hay posibilidad de comentar o compartir en clase las distintas producciones de los chicos?
Yo creo que hoy en día aprender a escribir solo es una idea muy obsoleta. Los chicos escriben en Internet con ayuda de otras personas, se escriben entre ellos, se comentan, se responden. Los textos quedan allí, tú ves lo que hacen los demás. Cada vez más, la escritura es una cosa compartida, cooperativa. La escuela tiene que empezar a trabajar de una manera más conjunta y el docente es quien debe crear las condiciones adecuadas para que esto suceda. Una de las cosas que puede hacer es ayudar a los alumnos a mejorar sus textos, haciendo correcciones, hablando con ellos y propiciando el diálogo. También puede plantear consignas para que los alumnos escriban en parejas o en pequeños grupos.

—¿Cómo debería apropiarse la escuela de estas nuevas tecnologías que supone el uso de Internet?
—No es una pregunta sencilla, porque se trata de un proceso bastante complejo. Hay en primer lugar un tema económico de adquisición de medios, que no significa solamente la adquisición de máquinas sino también la instalación de wi-fi potentes que soporten el acceso de tanta gente al mismo tiempo, instalación de redes eléctricas para el suministro de energía, creación de materiales didácticos para que tenga sentido el uso de las computadoras, formación de los docentes para que sepan utilizar todo eso. Es un cambio muy profundo que difícilmente va a suceder en poco tiempo. En algunos países que están más avanzados en este proceso dan a entender que hay un cierto desencanto porque circulan ideas mágicas que suponen que teniendo una computadora todo cambiará de golpe, los chicos aprenderán más y tendrán menos dificultades. Poner una máquina es sencillo; sin embargo, cambiar los hábitos de las personas, modificar su forma de comunicarse a través de este instrumento, es mucho más lento y difícil.
Consultado sobre el libro de texto, Daniel Cassany sostiene que la enseñanza se basa mucho en su implementación y al mismo tiempo se trata de una industria que genera muchos puestos de trabajo. “Si hay laptop no hay libro de texto”, afirma y enseguida se pregunta: “¿qué hacemos entonces con él? Yo creo que no existe el libro de texto en Internet, ya que allí hay una enorme cantidad de recursos y si puedes navegar no tiene sentido que estés atado a un libro de texto. Precisamente lo interesante es eso: tener acceso y visitar muchísimos lugares. El libro de texto de nuestros abuelos era la enciclopedia donde estaba todo: lectura, aritmética, cálculo, historia. La historia del libro de texto es la historia de la diversificación”.

—Hablaste en un momento de “construir un tercer espacio”. ¿Podrías contarnos qué significa?
—Tenemos, por un lado, prácticas vernáculas, creadas por los chicos, y, por otro, prácticas escolares, que son las oficiales, las legitimadas. La idea sería construir un tercer espacio —que no es físico sino mental— donde sea posible establecer conexiones entre los dos mundos. El conocimiento oficial conecta con las necesidades de los alumnos y se convierte en algo vernáculo que les gusta incorporar a sus prácticas habituales. Por otro lado, es posible relacionar lo vernáculo con elementos de la tradición cultural, de la alta literatura y entonces adquiere más sentido y se revaloriza la práctica vernácula.
A la pregunta sobre cómo se forman lectores, Daniel Cassany responde que “para aprender a leer necesitas libros, pero también precisas que alguien te muestre cómo conectarlos con tu vida. Una cosa es la disponibilidad de material: tú tienes que tener libros para poder aprender a leerlos. Otro aspecto es el acceso y esto tiene que ver con que alguien te muestre cómo se utilizan, porque a lo mejor, alguien que no sabe los pone debajo de la silla para estar más alto o los utiliza como objetos decorativos. Implica también darte cuenta del beneficio que tienen para ti y cuando esto ocurre es cuando tú empiezas a generar motivación para aprender a hacerlo y lo personalizas”.


Notas de Imaginaria

(1) La conferencia “Literatura juvenil electrónica: remix, fanfic, posts y blogs” —pronunciada el viernes 22 de julio de 2011 durante las 21º Jornadas para Docentes y Mediadores de Lectura en la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Buenos Aires— se puede ver completa en el sitio de Daniel Cassany dentro de la página web Universidad Pompeu Fabra.
(2) Cassany, Daniel. Describir el escribir. Cómo se aprende a escribir. Barcelona, Editorial Paidós, 1988.



En:http://www.imaginaria.com.ar/2011/12/entrevista-con-daniel-cassany/
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03/01/2012

Hallan nuevas ruinas del primer asentamiento europeo en el país


Fue fundado por Caboto en 1527. Allí convivieron dos años españoles e indígenas.


Por: Mauro Aguilar - rosario@clarin.com - Rosario. Corresponsalía



En lo que se considera un hallazgo de alto valor histórico, un equipo de arqueólogos descubrió en la localidad santafesina de Puerto Gaboto nuevos restos del primer asentamiento europeo en Argentina. Los trabajos de campo determinaron que la extensión del Fuerte Sancti Spiritu, levantado en 1527 por Sebastián Caboto (así era su apellido original), es más amplio del que se creía. Allí convivieron españoles e indígenas hasta 1529, cuando las comunidades locales expulsaron a los invasores y quemaron el lugar. Desde esa posición los españoles proyectaban internarse en el continente en busca de oro y plata.
Científicos e historiadores que trabajan desde hace cinco años aseguran que el sitio tiene características únicas en Sudamérica. En ese lugar, ubicado a 75 kilómetros al norte de Rosario, se vivió la primera experiencia de convivencia en la Cuenca del Plata entre hispanos e indígenas. En el fuerte se ofició la primera misa, se sembró el primer lote de trigo y se realizó la primera sepultura.


“Lo que pudimos hallar fue que el sitio va más allá del tamaño que se pensaba”, explicó a Clarín el arqueólogo rosarino Guillermo Frittegotto, a cargo del proyecto de investigación. En 2009, con trabajos de geofísica, se comprobó la existencia de muros construidos con tierra apisonada, zanjas y fosos. Ahora se determinó que esas construcciones tienen una continuidad mayor en el terreno. El área ya conocida eran 1.050 metros cuadrados, y se sumarían 1.800 metros cuadrados más, aunque aún no se sabe si todo son ruinas. No hay crónicas históricas que describan el fuerte y su real tamaño.
“Este lugar es un hito. La puerta de entrada al continente la hace Caboto. Pudieron haber otras expediciones, pero la primera ocupación efectiva, la primera vez que el español se asienta y está más de 800 días conviviendo con los aborígenes, se da aquí”, explicó Frittegotto.

Hasta el momento se encontraron 52 dados óseos, más de 900 cuentas de vidrio –300 enteras–, una llave y clavos forjados de sección cuadrados, típicos del siglo XVI. Un dato que llamó la atención de arqueólogos e historiadores fue la identificación de pequeñas pelotas de mercurio en estado natural, un elemento frecuente para tratar la sífilis en el XVI.
Además de tratarse del primer asentamiento europeo en el país, los investigadores evalúan que el sitio tiene un alto valor histórico porque allí registraron tres ocupaciones. Antes de la llegada de Caboto estaba asentada una comunidad indígena de cazadores recolectores. Y después de expulsar a los españoles otra vez se instalaron grupos aborígenes.
En el terreno trabajan los arqueólogos Fabián Letieri, Gabriel Cocco y Cristina Pasquali; las antropólogas Marina Benzi y Marcela Valdata, la historiadora María Eugenia Astiz y la conservadora Nancy Genovés. Profesionales de la facultad de Ciencias Exactas de la UBA y de la Universidad del País Vasco se sumaron al proyecto.
Las ruinas de Sancti Spíritu están a 150 metros de la desembocadura del río Caracarañá sobre el Coronda. La características geográficas y el avance del agua hicieron que una porción del asentamiento desapareciera definitivamente.

En: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Ruinas_de_primer_asentamiento_europeo_en_Argentina_0_617938409.html


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