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Palabras que guardan la historia de pueblos milenarios están al borde de la extinción en Latinoamérica, pero un grupo de »cazadores de lenguas» intenta rescatarlas con expediciones científicas y el poder de las nuevas tecnologías.
Proyectos como «Enduring Voices», de la sociedad National Geographic, o el instituto Living Tongues, rastrean los rincones del mundo más remotos en busca de los últimos hablantes de lenguas en ocasiones desconocidas.
David Harrison es el «capitán» de ambas iniciativas, un lingüista formado en la Universidad de Yale (EEUU) cuya meta es encontrar los tesoros lingüísticos más escondidos del planeta.
Cuando llega a una aldea en el corazón de la Amazonía o en la fría estepa siberiana con su equipo, transcribe los fonemas que escucha mientras una grabadora y una cámara captan las voces de pueblos que nunca antes habían sido registradas.
Sus años de investigación han servido para componer y actualizar un mapa mundial de «puntos calientes», regiones donde pequeños grupos mantienen vivas lenguas a punto de morir.
Además de trabajos académicos, bases de datos y diccionarios, estos proyectos sirven de plataforma para distribuir canciones, leyendas o historias nunca antes registradas y traducidas para el público en Internet.
Para Harrison, el objetivo de la misión va más allá de la conservación lingüística.
«La lengua es parte de la identidad y la cultura, por eso cuando una lengua se extingue, la gente y todos nosotros perdemos su historia, su mitología, su poesía, la expresión de la creatividad humana», expresa Harrison en una entrevista a Efe.
En Latinoamérica, tres regiones son las más amenazadas por esta desaparición: una situada en el sur, con centro en Paraguay, otra en México y una tercera, la más sensible, que se expande por los Andes y la cuenca del Amazonas, sobre todo en países como Bolivia.
El lingüista aplaude los esfuerzos de activistas, universidades y gobiernos en esos países para revitalizar esas lenguas, aunque no oculta la muerte anunciada de muchas de ellas.
«Latinoamérica es una de las regiones más ricas en diversidad lingüística, pero hay ciertas lenguas cuyo estado de extinción está muy avanzado para ser salvadas. Casi seguro van a extinguirse», pronostica.
Una de las áreas más amenazadas y también más ricas en diversidad -el triple que la de Europa según el índice del proyecto- es una región que tiene en su centro a Paraguay y que abarca una porción del suroeste de Brasil y el norte Argentina.
Según la escala del proyecto, la situación de las 48 lenguas es «grave» y algunas están a punto de desaparecer como el vilela, en Argentina, que cuenta con poco más de un par de hablantes o el ofayé, con apenas dos decenas de nativos en Brasil.
Pero no todas corren tanto riesgo de desaparecer, como señala Harrison con el ejemplo del maka, hablado por centenares de personas en un enclave céntrico muy delimitado de la capital de Paraguay, Asunción.
«Es una comunidad muy interesante. Tiene su propia escuela. Los hombres hablan un poco de guaraní y español. Son pocos, pero tienen una fuerte ideología lingüística y un sentido de orgullo muy arraigado», explica.
Ese «activismo lingüístico» es, según el experto, «decisivo» y uno de los movimientos en auge a nivel global, que intenta evitar la muerte de casi 7.000 lenguas que hay en el mundo. Según organismos internacionales, cada quince días, una se extingue.
En Bolivia, la expedición investigó el kallawaya, hablado por unas cien personas para rituales religiosos y prácticas medicinales, y considerada una lengua secreta porque se transmite de abuelos a nietos.
Pese a los esfuerzos del equipo, Harrison reconoce que la clave del rescate está en las generaciones más jóvenes.
«Ellos tienen el poder de decisión para que sus lenguas sigan vivas. Depende de si son incentivados a utilizarlas o si se sienten presionados o avergonzados por hablar en ellas», considera Harrison.
La expedición seguirá sus trabajos en India, donde identificaron hace pocos meses una lengua hasta el momento desconocida, koro, y en enero de 2011 se desplazará a Chile para investigar y registrar el huilliche, de la comunidad mapuche de ese país.
En: http://www.elcastellano.org/noticia.php?id=1577
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