Miércoles 23 de noviembre de 2011 | Publicado en edición impresa
Fomentar la lectura / Esfuerzo educativo con apoyo del Estado
Funciona en el barrio El Cóndor, de Bariloche, por iniciativa de maestros de la zona
Foto: LA NACION / Alfredo Leiva |
La falta de recursos para construir un edificio de
material o una cabaña de madera como son habituales en la zona
cordillerana llevó a las docentes emprendedoras de la Biblioteca Popular
Jorge Luis Borges a adaptar un contenedor marítimo, esos que cargan los
barcos y que se pueden ver en las zonas portuarias.
La biblioteca, con más de 6000 ejemplares de textos para
niños, pedagogía, narrativa, autores regionales y otras temáticas, está
concentrada en un coqueto contenedor que tomó la forma de las viviendas
del barrio El Cóndor, en el acceso este de Bariloche, con la instalación
de un techo a dos aguas color verde y una importante tarea de
aislamiento en las paredes para afrontar el invierno.
"Es lo que pudimos construir. El anhelo es tener un
espacio para hacer talleres de lectura, pero ante la incertidumbre de la
tierra no volvimos a impulsar el proyecto para obtener recursos", contó
a LA NACION Lelia García, docente de la Escuela Primaria Nº 71 y
presidenta de la biblioteca.
El contenedor tiene una prolija distribución de
estanterías rebosantes de libros con el máximo aprovechamiento del
reducido espacio, una mesa para recibir a tres chicos por vez y la
computadora de la administración. No hay espacio para hacer talleres ni
otra actividad grupal.
La ubicación no es casual. Ubicar la biblioteca en la
plaza con una cesión de uso dada por la municipalidad permitió alentar
el paso de los chicos que a veces juegan a la pelota y se les ocurre
golpear la puerta para leer algún libro. En verano colocan sillas afuera
para que alguna vecina se sume a la lectura mientras sus hijos juegan
al aire libre.
"La biblioteca es una malla de contención social,
instamos a que reconozcan el espacio como propio, a cuidarlo. Eso lo
pudimos lograr cuando un grupo de chicos pintó con aerosol la puerta.
Los buscamos, les explicamos que esto es para el barrio y después nos
ayudaron a limpiar los grafitis", afirmó Lelia.
Difíciles comienzos
El Cóndor tiene mucha movilidad, vecinos que rotan porque
alquilan, un barrio de trabajadores que comenzó décadas atrás con un
plan de viviendas del Estado y que tiene pocos o casi ningún espacio
para la contención de los chicos.
Frente a esta realidad, la profesora de geografía Alicia
Cabrera comenzó a moverse en soledad, 8 años atrás, para crear una
biblioteca al pensar que era una necesidad por la distancia de más de 3
kilómetros del centro y por la población en expansión hacia el Este.
Cabrera tocó puerta por puerta en el barrio para contar
su proyecto y pedir la donación de libros. Así surgió la primera etapa
de la biblioteca, que funcionó en una habitación de su casa durante casi
5 años hasta que, con la personería jurídica y el reconocimiento de la
Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), se obtuvieron las
tierras del espacio público.
La biblioteca funciona dos horas diarias con la atención
voluntaria de las docentes de la comisión directiva. Tiene más de 100
socios, muchos de ellos vitalicios y que incluso no viven en el barrio.
Cada año suma unos 400 libros, al usar el cupo de compra en la Feria del
Libro y recursos dados por la Conabip.
Se prestan libros entre socios cuando no están en el
stock y se creó un esquema para comprar libros escolares para ayudar a
las familias numerosas, que tienen el compromiso de devolver el texto a
la biblioteca para ser utilizado por otros chicos en los años
siguientes.
Mientras reposa por problemas de salud, Alicia Cabrera
comenzó a escribir la historia de la Biblioteca Popular Jorge Luis
Borges. "Algún día, cuando se convierta en una institución grande, será
valioso recordar el comienzo que tiene la biblioteca, vinculado con el
sentir ciudadano", sintetizó Lelia García..
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