Fue fundado por Caboto en 1527. Allí convivieron dos años españoles e indígenas.
Por: Mauro Aguilar - rosario@clarin.com - Rosario. Corresponsalía
En lo que se considera un hallazgo de alto valor histórico, un equipo
de arqueólogos descubrió en la localidad santafesina de Puerto Gaboto
nuevos restos del primer asentamiento europeo en Argentina. Los trabajos
de campo determinaron que la extensión del Fuerte Sancti Spiritu,
levantado en 1527 por Sebastián Caboto (así era su apellido original),
es más amplio del que se creía. Allí convivieron españoles e indígenas
hasta 1529, cuando las comunidades locales expulsaron a los invasores y
quemaron el lugar. Desde esa posición los españoles proyectaban
internarse en el continente en busca de oro y plata.
Científicos e
historiadores que trabajan desde hace cinco años aseguran que el sitio
tiene características únicas en Sudamérica. En ese lugar, ubicado a 75
kilómetros al norte de Rosario, se vivió la primera experiencia de
convivencia en la Cuenca del Plata entre hispanos e indígenas. En el
fuerte se ofició la primera misa, se sembró el primer lote de trigo y se
realizó la primera sepultura.
“Lo que pudimos hallar fue que el sitio va más allá del tamaño que se pensaba”, explicó a Clarín
el arqueólogo rosarino Guillermo Frittegotto, a cargo del proyecto de
investigación. En 2009, con trabajos de geofísica, se comprobó la
existencia de muros construidos con tierra apisonada, zanjas y fosos.
Ahora se determinó que esas construcciones tienen una continuidad mayor
en el terreno. El área ya conocida eran 1.050 metros cuadrados, y se
sumarían 1.800 metros cuadrados más, aunque aún no se sabe si todo son
ruinas. No hay crónicas históricas que describan el fuerte y su real
tamaño.
“Este lugar es un hito. La puerta de entrada al continente
la hace Caboto. Pudieron haber otras expediciones, pero la primera
ocupación efectiva, la primera vez que el español se asienta y está más
de 800 días conviviendo con los aborígenes, se da aquí”, explicó
Frittegotto.
Hasta el momento se encontraron 52 dados óseos, más de 900 cuentas de
vidrio –300 enteras–, una llave y clavos forjados de sección cuadrados,
típicos del siglo XVI. Un dato que llamó la atención de arqueólogos e
historiadores fue la identificación de pequeñas pelotas de mercurio en
estado natural, un elemento frecuente para tratar la sífilis en el XVI.
Además de tratarse del primer asentamiento europeo en el país, los
investigadores evalúan que el sitio tiene un alto valor histórico porque
allí registraron tres ocupaciones. Antes de la llegada de Caboto estaba
asentada una comunidad indígena de cazadores recolectores. Y después de
expulsar a los españoles otra vez se instalaron grupos aborígenes.
En el terreno trabajan los arqueólogos Fabián Letieri, Gabriel Cocco y
Cristina Pasquali; las antropólogas Marina Benzi y Marcela Valdata, la
historiadora María Eugenia Astiz y la conservadora Nancy Genovés.
Profesionales de la facultad de Ciencias Exactas de la UBA y de la
Universidad del País Vasco se sumaron al proyecto.
Las ruinas de
Sancti Spíritu están a 150 metros de la desembocadura del río Caracarañá
sobre el Coronda. La características geográficas y el avance del agua
hicieron que una porción del asentamiento desapareciera definitivamente.
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