Ilustradora y autora, creadora de
personajes como La Bella Griselda, una princesa tan linda que hace que
los hombres pierdan la cabeza literalmente, Isol rompe los tópicos de
la literatura infantil: cuestiona su modelo, qué temas debe tratar y
cómo.
Por Patricia Kolesnicov - pkolesnicov@clarin.com
Había una vez una princesa que era tan bella tan bella que los hombres perdían la cabeza por ella.
Literalmente . Los reinos vecinos iban quedando acéfalos.
Un día a Camila se le cumplió un deseo. Su mamá se convirtió en globo y no gritaba más.
Un día, una nena se despierta demasiado temprano, ve a su mamá de espaldas, y se da cuenta de que es hija de un puercoespín. Que se disfraza con shampúes y cremas pero aunque se vista de seda, puercoespín queda.
A la gente que le mostré el libro de la princesa Griselda, mis amigas, les gustó. Pero sé que tiene unas cosas un poco... para un libro de niños... como medio... como medio terribles.
Isol mira su último libro publicado, La Bella Griselda con cara de preocupación. O, mejor, con la cara de preocupación satisfecha que puede tener una niña traviesa. Pero Isol no es una chica traviesa, es una autora e ilustradora que nació acá en Buenos Aires pero publica en Noruega, en Francia, en Canadá, en Turquía, en España, en Mexico, en Estonia, en los Estados Unidos y siguen países. Es una artista –también canta– que ha ilustrado libros de Paul Auster, ha tenido menciones especiales en premios como el Hans Christian Andersen y ha figurado en la lista más selecta de la literatura infantil: el White ravens. “Es una estrella”, define una editora del ramo.
Estrella y/o chica traviesa, Isol es la creadora, entre muchos otros, de los libros –imágenes y texto– que cuentan las historias del comienzo: la princesa tan hermosa (La bella Griselda); la mamá que se hace globo (El globo); la hija de la puercoespín (Secreto de familia). A su modo, con ellos cuestiona qué es un libro para chicos, cuánto de suave, cuánto de didáctico tiene que ser. Y algo más: un libro para chicos ¿puede meterse con los padres? ¿Puede mandar al cielo hecha globo a la madre que no sólo es santa sino que, además, es la que abre la billetera para oblar el libro? A mí me gustan los libros que hago. Me gustan desde un lugar que está relacionado con mi infancia. Hay cosas que se instalan desde la infancia, como construcciones familiares, maneras de ver el mundo, que te influyen toda la vida. Y hay cuentos que se me ocurren, que me resulta más poético contarlos desde un niño. Esa mirada más fresquita me sirve para narrar ciertas cosas.
Pero la mirada no es tan fresquita; es la tuya, que no sos una nena.
Claro, pero en ese momento me conecto con la mirada de los chicos. Los nenes tienen un lugar muy disruptivo de lo que ya está instaurado, de lo institucional.
O sea que no esperás enseñar nada sino aprovechar lo que los chicos ven.
Mirá, si a alguien le enseñan algo mis libros, es a mí.
¿Qué te enseñan? Cosas que te pasan. El tema de la identidad, que está en muchos cuentos, el tema del deseo, el de la inconformidad. Todo eso tiene mucho que ver con cosas que a mí me preocupan.
Secreto de familia, por ejemplo. Yo, de chica pensá que en en mi familia eran unos freaks (raros). Y eran un poco freaks, en realidad, porque mis viejos eran muy jóvenes, mi vieja me tuvo a los diecisiete años, enseguida vino la época del Proceso, eran medio hippies, y a mí me parecía que los demás eran más...
Más normales.
Iban al catecismo, eran como había que ser. Después, de grande, me di cuenta de que mucha gente pensaba que sus padres eran unos freaks. De ahí esa fantasía de ser huérfano, de ser adoptado, que tienen muchos chicos.
Eso de: "¿Qué tengo yo que ver con esta gente?" Por eso les encantan esas historias de huérfanos a los nenes.
Eso, mis libros tienen una mirada en los conflictos. Con humor.
Pero la verdad es que no pienso que tengan que servir para algo; simplemente para el disfrute.
Griselda parece hablar del dolor, de la soledad de la belleza.
Es mi primer libro en que el protagonista no es un nene, una nena. Y en el que tampoco estoy del lado de ella.
Bueno, no es una nena porque es de género, es una princesa.
Sí, pero no es una princesita... no es nuestra heroína.
No, porque necesitabas que tuviera un conflicto adulto.
Lo de "perder la cabeza" se me ocurrió tomando la frase de manera literal. Y después está lo de ser princesa. Las chicas quieren ser princesas. Yo quería ser una princesa. Y en un momento, no me funcionó más.
¿Qué querrá decir ser una princesa? Todo el mundo las quiere y quiere estar con ellas. Pero la verdad es que la princesa ni siquiera elige con quién va a estar porque el que la besa, se queda con ella; el que la salva, se queda con ella. Es un lugar como de muñeca.
También tiene un poder.
Pero no le sirve para nada. Es un poder que la aprisiona.
No le sirve para ser feliz.
No, para ser feliz no. No está mal ser bella, me dio risa que esa belleza fuera tan letal. Y también: ¿qué podés hacer con tanta gente atrás tuyo? ¿A cuántos podés conocer? Es como la fama, ¿no? No sé, vos decime.
Yo no soy muy famosa. Y soy fan de alguna gente. Me tengo que resignar a que yo me relaciono con su arte y que eso es lo mejor que puedo hacer con esa persona. En realidad, todo ese amor que uno siente es porque el otro te da palabras para tus sentimientos, le da aire a tu vida.
Pero esa es la conexión.
El punto es que la princesa hermosa, sufre.
Es que en vez de amarla, le temen. Había una idea que me gustaba mucho, que es la idea la de la perfección.
Por mucho tiempo pensé que había que ser perfecto.
Y después... ¡es insoportable estar con alguien perfecto!
¿Cómo era ser perfecto? Nunca pude. Pero tenés que ser brillante en lo que hacés, tenés que tener una vida amorosa loca, el tipo perfecto, la casa perfecta. Y, como me dijo mi psicóloga, "todo ideal se vuelve persecutorio".
La princesa sin contar el final consigue un príncipe miope y tiene una hija... a la que le gusta armar rompecabezas. Isol se ríe de su chiste. Por la escalera llega Rafael Spregelburd dramaturgo, director teatral, actor en "El hombre de al lado" que acá está en función de marido y ofrece té.
Ventana al jardín: todo se ve tan armónico. Y por qué no: "Cuando era chica dice leía esos cuentos que te hacían temer el deseo, los de los genios. Tirabas un deseo y era todo peor. Casi que te castigaban por haber deseado algo."
En: http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/infantil-juvenil/isol-ilustradores-bella-griselda_0_515348667.html
Un día a Camila se le cumplió un deseo. Su mamá se convirtió en globo y no gritaba más.
Un día, una nena se despierta demasiado temprano, ve a su mamá de espaldas, y se da cuenta de que es hija de un puercoespín. Que se disfraza con shampúes y cremas pero aunque se vista de seda, puercoespín queda.
A la gente que le mostré el libro de la princesa Griselda, mis amigas, les gustó. Pero sé que tiene unas cosas un poco... para un libro de niños... como medio... como medio terribles.
Isol mira su último libro publicado, La Bella Griselda con cara de preocupación. O, mejor, con la cara de preocupación satisfecha que puede tener una niña traviesa. Pero Isol no es una chica traviesa, es una autora e ilustradora que nació acá en Buenos Aires pero publica en Noruega, en Francia, en Canadá, en Turquía, en España, en Mexico, en Estonia, en los Estados Unidos y siguen países. Es una artista –también canta– que ha ilustrado libros de Paul Auster, ha tenido menciones especiales en premios como el Hans Christian Andersen y ha figurado en la lista más selecta de la literatura infantil: el White ravens. “Es una estrella”, define una editora del ramo.
Estrella y/o chica traviesa, Isol es la creadora, entre muchos otros, de los libros –imágenes y texto– que cuentan las historias del comienzo: la princesa tan hermosa (La bella Griselda); la mamá que se hace globo (El globo); la hija de la puercoespín (Secreto de familia). A su modo, con ellos cuestiona qué es un libro para chicos, cuánto de suave, cuánto de didáctico tiene que ser. Y algo más: un libro para chicos ¿puede meterse con los padres? ¿Puede mandar al cielo hecha globo a la madre que no sólo es santa sino que, además, es la que abre la billetera para oblar el libro? A mí me gustan los libros que hago. Me gustan desde un lugar que está relacionado con mi infancia. Hay cosas que se instalan desde la infancia, como construcciones familiares, maneras de ver el mundo, que te influyen toda la vida. Y hay cuentos que se me ocurren, que me resulta más poético contarlos desde un niño. Esa mirada más fresquita me sirve para narrar ciertas cosas.
Pero la mirada no es tan fresquita; es la tuya, que no sos una nena.
Claro, pero en ese momento me conecto con la mirada de los chicos. Los nenes tienen un lugar muy disruptivo de lo que ya está instaurado, de lo institucional.
O sea que no esperás enseñar nada sino aprovechar lo que los chicos ven.
Mirá, si a alguien le enseñan algo mis libros, es a mí.
¿Qué te enseñan? Cosas que te pasan. El tema de la identidad, que está en muchos cuentos, el tema del deseo, el de la inconformidad. Todo eso tiene mucho que ver con cosas que a mí me preocupan.
Secreto de familia, por ejemplo. Yo, de chica pensá que en en mi familia eran unos freaks (raros). Y eran un poco freaks, en realidad, porque mis viejos eran muy jóvenes, mi vieja me tuvo a los diecisiete años, enseguida vino la época del Proceso, eran medio hippies, y a mí me parecía que los demás eran más...
Más normales.
Iban al catecismo, eran como había que ser. Después, de grande, me di cuenta de que mucha gente pensaba que sus padres eran unos freaks. De ahí esa fantasía de ser huérfano, de ser adoptado, que tienen muchos chicos.
Eso de: "¿Qué tengo yo que ver con esta gente?" Por eso les encantan esas historias de huérfanos a los nenes.
Eso, mis libros tienen una mirada en los conflictos. Con humor.
Pero la verdad es que no pienso que tengan que servir para algo; simplemente para el disfrute.
Griselda parece hablar del dolor, de la soledad de la belleza.
Es mi primer libro en que el protagonista no es un nene, una nena. Y en el que tampoco estoy del lado de ella.
Bueno, no es una nena porque es de género, es una princesa.
Sí, pero no es una princesita... no es nuestra heroína.
No, porque necesitabas que tuviera un conflicto adulto.
Lo de "perder la cabeza" se me ocurrió tomando la frase de manera literal. Y después está lo de ser princesa. Las chicas quieren ser princesas. Yo quería ser una princesa. Y en un momento, no me funcionó más.
¿Qué querrá decir ser una princesa? Todo el mundo las quiere y quiere estar con ellas. Pero la verdad es que la princesa ni siquiera elige con quién va a estar porque el que la besa, se queda con ella; el que la salva, se queda con ella. Es un lugar como de muñeca.
También tiene un poder.
Pero no le sirve para nada. Es un poder que la aprisiona.
No le sirve para ser feliz.
No, para ser feliz no. No está mal ser bella, me dio risa que esa belleza fuera tan letal. Y también: ¿qué podés hacer con tanta gente atrás tuyo? ¿A cuántos podés conocer? Es como la fama, ¿no? No sé, vos decime.
Yo no soy muy famosa. Y soy fan de alguna gente. Me tengo que resignar a que yo me relaciono con su arte y que eso es lo mejor que puedo hacer con esa persona. En realidad, todo ese amor que uno siente es porque el otro te da palabras para tus sentimientos, le da aire a tu vida.
Pero esa es la conexión.
El punto es que la princesa hermosa, sufre.
Es que en vez de amarla, le temen. Había una idea que me gustaba mucho, que es la idea la de la perfección.
Por mucho tiempo pensé que había que ser perfecto.
Y después... ¡es insoportable estar con alguien perfecto!
¿Cómo era ser perfecto? Nunca pude. Pero tenés que ser brillante en lo que hacés, tenés que tener una vida amorosa loca, el tipo perfecto, la casa perfecta. Y, como me dijo mi psicóloga, "todo ideal se vuelve persecutorio".
La princesa sin contar el final consigue un príncipe miope y tiene una hija... a la que le gusta armar rompecabezas. Isol se ríe de su chiste. Por la escalera llega Rafael Spregelburd dramaturgo, director teatral, actor en "El hombre de al lado" que acá está en función de marido y ofrece té.
Ventana al jardín: todo se ve tan armónico. Y por qué no: "Cuando era chica dice leía esos cuentos que te hacían temer el deseo, los de los genios. Tirabas un deseo y era todo peor. Casi que te castigaban por haber deseado algo."
En: http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/infantil-juvenil/isol-ilustradores-bella-griselda_0_515348667.html
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